Testimonio de Jesús, El, por Witness Lee

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SER SALVOS DE LA GENERACIÓN TORCIDA Y PERVERSA

Satanás siempre viene a dañar lo que Dios hace. Dios creó al hombre a fin de tener un testimonio corporativo de Sí mismo. Esto era algo maravilloso, pero Satanás, la serpiente, se infiltró rápidamente para dañar al hombre, y el hombre que Dios creó para que fuera Su testimonio cayó una y otra vez. Durante el tiempo de Noé, la humanidad había caído a tal extremo que se convirtió en una generación torcida contraria a Dios. El Señor Jesús comparó el presente siglo con los días de Noé (Mt. 24:37-39). En el Nuevo Testamento el presente siglo es llamado la generación torcida y perversa (Fil. 2:15); y cuando Pedro se puso de pie en el día de Pentecostés le dijo a la multitud: “Sed salvos de esta perversa generación” (Hch. 2:40). Cuando la naturaleza del hombre cambió hasta convertirse en la generación torcida y perversa, vino el juicio de Dios. Bajo este juicio, Dios le reveló a Noé la manera en que éste sería salvo de aquella generación perversa y le ordenó edificar el arca que lo salvaría mediante las aguas, no solamente del juicio que Dios ejecutaría en la tierra, sino también de esa generación perversa (Gn. 6:11-14; 1 P. 3:20). El agua del diluvio llevó a cabo el juicio de Dios sobre el mundo entero y también separó a Noé de la generación torcida y perversa. Además, el arca condujo a Noé y a sus descendientes a una nueva era en una tierra nueva, y allí iniciaron una nueva generación. La vida que Noé y su familia llevó en la tierra nueva era un tipo, una sombra, de la vida de iglesia hoy.

Sin embargo, poco después, los descendientes de Noé se dividieron en naciones, de las cuales surgió Babel (Gn. 10-32; 11:9). Es por esto que Dios se vio obligado a llamar a Abraham a salir de aquella situación (12:1-2). No obstante, incluso los descendientes de Abraham cayeron en Egipto, donde surgió otra generación perversa. Por tanto, Dios vino de nuevo para llamar a los descendientes de Abraham y sacarlos de Egipto (Éx. 1:1, 13; 3:8). Este éxodo no solamente representaba un éxodo del juicio de Dios, sino más aún de la generación egipcia. El agua del mar Rojo ejecutó el juicio de Dios sobre el Faraón y todo su ejército, y esa misma agua también salvó a Israel de Egipto así como del poder maligno del Faraón (14:27-30). Noé fue salvo de su generación mediante el agua, e Israel fue también salvo de Egipto mediante el agua del mar Rojo.

Después de la liberación de los israelitas de la generación egipcia, Dios les ordenó edificar el tabernáculo, que era el testimonio de Dios en contra de la presente generación maligna en Egipto (25:8-9). Entonces, después que ellos lucharon para entrar en la buena tierra, edificaron un templo como testimonio de Dios en contra de las naciones, quienes eran la generación torcida y perversa de aquel tiempo (2 S. 7:12-13; 1 R. 6:1). En esa generación torcida y perversa se levantó el templo de Dios como Su testimonio en la tierra. Sin embargo, Satanás también se infiltró para dañar aquel testimonio al destruirlo no solamente por fuera, sino que también lo corrompió por dentro. El ejército babilónico vino a destruir el templo externamente, y después que los judíos regresaron de Babilonia y reedificaron el templo, Satanás corrompió la esencia interna de la adoración divina al cambiar el testimonio de Dios por el sistema del judaísmo. Por consiguiente, incluso el judaísmo se convirtió en una generación torcida y perversa.

(Testimonio de Jesús, El, capítulo 7, por Witness Lee)