EL SEÑOR RESERVA UN REMANENTE
PARA QUE SEAN SALVOS DE LA GENERACIÓN MALVADA
Y EDIFICA LA VIDA DE IGLESIA
En la antigüedad todos los israelitas eran el pueblo de Dios. En el templo ellos adoraban a Dios y leían y estudiaban la ley de Moisés. Sin embargo, un día Elías les acusó, diciendo: “Los hijos de Israel han abandonado Tu pacto, han derribado Tus altares y han matado a espada a Tus profetas; he quedado yo solo, y procuran quitarme la vida”. El Señor le respondió: “Yo he hecho que queden en Israel siete mil: todas las rodillas que no se han postrado ante Baal y toda boca que no lo ha besado” (1 R. 19:10, 18). Siete mil israelitas es un buen número, pero comparado con millones de ellos es bajo. Hoy continúa la misma situación entre los cristianos. Todos ellos constituyen el pueblo de Dios, pero casi todos “se han postrado ante Baal”. Baal era un ídolo, y el principio rector de un ídolo consiste en que algo aparte de Dios ocupa a las personas. Los grandes almacenes, nuestras compras desmedidas, la manera en que gastamos el dinero que el Señor nos da, tener cabello largo, faldas cortas, las modas actuales, la televisión y los periódicos, todos pueden ser ídolos ante los cuales los creyentes se han postrado y siguen postrándose. Día tras día, el pueblo de Dios da culto a los automóviles, las casas, las vestimentas, la educación, la fama, la posición social y las promociones. Incluso un reverendo, un pastor o una denominación pueden convertirse en un ídolo para algún creyente. Todos aquellos que tienen ídolos no aman al Señor a ningún precio ni renuncian a todo lo demás. Todo aquello a que nos aferramos constituye un ídolo. Al parecer, no son muchos los que aman al Señor de manera absoluta, pero en realidad, Él se ha reservado para Su vida de iglesia un buen número, los cuales están edificando el arca a fin de ser salvos de la generación actual, para salvar a otros y para tener la vida de iglesia.
(Testimonio de Jesús, El, capítulo 8, por Witness Lee)