LA RELIGIÓN ES UNA FRUSTRACIÓN SUTIL
DENTRO DE NOSOTROS
En cierto sentido, Pedro tenía claridad en cuanto a la vieja religión judía, porque fue un fiel seguidor del Señor Jesús, fue el principal apóstol y el anciano que estableció la primera iglesia en Jerusalén. Sin embargo, su entendimiento no era tan claro comparado con el de Pablo en cuanto a la religión judía. Incluso después del día de Pentecostés, en el tiempo de Hechos 10, Pedro aún seguía aferrándose a los viejos conceptos del judaísmo, lo cual obligó al Señor a mostrarle Su visión tres veces (vs. 9-16). Pedro dijo: “Señor, de ninguna manera”, pero el Señor tuvo paciencia con él hasta que finalmente Pedro vio la visión acerca de la casa de Cornelio. Después, Pedro aún era débil. Lo que consta en Gálatas 2:11-14 ocurrió después de Hechos 10. En Hechos 10 Pedro había recibido del cielo una visión clara de que Dios había terminado con el judaísmo, pero aun así, fue capaz de actuar como lo hizo en Gálatas 2, aparentando guardar las ordenanzas del judaísmo. No pudiendo tolerar esto, el apóstol Pablo lo reprendió cara a cara. Sin embargo, cuando Pablo fue a Jerusalén por última vez, según Hechos 21, él mismo fue derrotado por la influencia del judaísmo. Es difícil creer que un apóstol como Pablo, que condenaba al máximo el judaísmo en sus epístolas, entró en el templo y pagó los gastos de cuatro hombres para guardar los ritos judíos (vs. 23-26). La religión judía lo había convencido y subyugado. El Señor no pudo tolerar aquella situación, así que después de que Pablo pagó los gastos por los votos de esos hombres, Él suscitó un alborotó en la gente, y debido a ello Pablo fue encarcelado. Poco después, en el año 70 d. C., el Señor envió al ejército romano bajo el comando de Tito a destruir la ciudad santa y el templo santo, el cual no dejó piedra sobre piedra (Mt. 24:1-2). El Señor no pudo tolerar ver que Sus creyentes continuaban llevando a cabo las prácticas judías, las cuales habían sido condenadas. Esto demuestra que la religión constituye un gran embrollo muy sutil que ha sido plantado profundamente en todos nosotros. El elemento del cristianismo lo llevamos en la sangre y es difícil deshacernos de ello.
(
Testimonio de Jesús, El, capítulo 4, por Witness Lee)