¿ES LA ORACION CONTESTADA?
No debemos mirar solamente el fenómeno objetivo sino también nuestra experiencia personal. Sabemos que Dios contesta las oraciones. Una vez hablé con una persona que resueltamente negaba la existencia de Dios. Le dije que no fuera tan atrevido ni tan presuntuoso. La historia de la humanidad tiene como cinco o seis mil años. Durante ese tiempo, innumerables personas cristianas y no cristianas han orado a Dios. ¿Puede usted probar que ni una de todas esas oraciones, a lo largo de tantos años y entre tanta gente, ha sido contestada? ¿Se atreve usted a hacer a un lado de golpe la validez de todas las respuestas a las oraciones? Esas personas oraron al cielo. ¿Puede decir usted que ninguna de sus oraciones fue contestada? Déjenme testificar que no sólo ha habido una o dos respuestas; ha habido incontables respuestas. Por supuesto, una respuesta sería suficiente para probar la existencia de Dios. Amigos, ¿piensan que nunca ha habido una respuesta a la oración? ¿Dirían que todas las respuestas a la oración son falsas? Yo personalmente he tenido cuando menos de dos a tres mil respuestas a mis oraciones. ¿Puede concebirse que todas ellas sean simples coincidencias? Muchas otras personas han recibido respuestas a sus oraciones. ¿Son esas también coincidencias?
Una vez un predicador estaba viajando por el Atlántico cuando una densa niebla rodeó el barco repentinamente. El navío no pudo proseguir y tuvo que anclarse en alta mar. El hombre fue al capitán y le dijo: “Usted tiene que continuar el viaje; yo tengo programado predicar en Quebec el martes”. El capitán replicó: “¿Acaso no ve usted la densa niebla? Es imposible que el barco prosiga. Si usted puede orar para que desaparezca la niebla, levaré el ancla”. El predicador contestó: “Voy a orar aquí mismo mientras usted levanta el ancla. No hay tiempo que perder”. El empezó a orar y el capitán empezó a subir el ancla. Cuando el ancla estuvo arriba, la niebla se había ido, y el barco llegó a tiempo. ¿Fue eso coincidencia?
(Fe cristiana normal, La, capítulo 1, por Watchman Nee)