TRES CONCEPTOS IMPORTANTES
Antes que veamos la relación que Cristo tiene con el hombre, tenemos que investigar un poco la ley de la herencia. Una vida que conlleva un rasgo o una característica particular en su naturaleza puede trasmitir la misma característica a la siguiente generación. Viéndolo de otra manera, podemos encontrar el temperamento e idiosincrasia del padre en un hijo. Mas lo que uno aprende no es hereditario. Por ejemplo, un herrero puede adquirir brazos fuertes y fornidos por su entrenamiento, pero los brazos de sus hijos quizás permanezcan pequeños y delgados. Lo que se adquiere después del nacimiento no puede ser trasmitido a la siguiente generación. Este es un hecho y un fenómeno reconocido por la ciencia biológica.
Hay un concepto muy importante en la Biblia conocido como la unidad de los hombres. Según la Biblia, aparte de nuestra existencia individual, el mundo entero, sin importar los millones de personas que haya, puede considerarse que se compone de dos hombres. Estos dos hombres son corporativos y abarcan millones de personas. La humanidad entera está incluida en estos dos hombres. Estos son dos personas jurídicas. Debido a esta estimación en la Biblia, el hombre Jesús pudo morir por todos nosotros y llevar todos nuestros pecados. Ahora todos nosotros podemos recibir vida por medio de El.
Un estudiante de biología puede decirnos que hay un concepto asombroso en biología que es bastante contrario al nuestro: la vida de un hijo es considerada más vieja que la del padre, y la vida del nieto es mucho más vieja que la del abuelo. Esto es perfectamente cierto. El hijo hereda la vida del padre y la continúa. Por consiguiente, la vida del hijo es más vieja que la del padre. Nuestra vida es naturalmente más vieja que la de Adán, porque la de él terminó a la edad de un poco más de novecientos años. Mas usted y yo aún estamos viviendo y seguiremos viviendo.
Estos tres conceptos importantes los tenemos que considerar cuando miramos a la relación entre Cristo y el hombre: la heredad de la vida humana, la unidad de los hombres y la continuación de la vida humana.
(Fe cristiana normal, La, capítulo 7, por Watchman Nee)