LA JUSTICIA DE DIOS
TIENE QUE SER MANTENIDA
La Biblia nos muestra que todos los pecados incurren cierta clase de juicio. Nada de lo que hacemos se deja pasar por alto ligeramente. La manifestación exterior de nuestra vida es pecaminosa. No sólo pecamos en contra de nosotros mismos, sino que pecamos en contra de otros, y además, en contra de Dios. Dios es justo. El no puede evadir nuestros pecados. Su justicia no le permite hacerlo.
Recuerdo una historia verdadera. Una vez un hombre asesinó a alguien y robó una suma de dinero. Después se refugió en otro pueblo. Allí se casó y tuvo algunos hijos. La gente en aquel lugar no sabía nada de su pasado.
Un día, tres detectives llegaron buscándolo. Hallaron al hombre y estaban a punto de llevárselo. El hombre se volvió a su esposa y le preguntó: “En todos estos años que he estado contigo, ¿no he sido un buen esposo?”. La esposa asintió. Luego se volvió a sus hijos, y les dijo: “¿No soy un buen padre para ustedes?”. Los hijos también asintieron. Finalmente se tornó a sus vecinos: “En todos estos años, ¿me he metido en sus propiedades o les he hecho algún mal? ¿No me considerarían un buen vecino?”. Todos asintieron unánimemente en que era una persona admirable.
Después él se volvió a los tres detectives y se defendió diciendo: “Ven, he sido un buen hombre por todos estos años. Aquí están todos los testigos testificando de mi bondad. ¡Deberían dejarme ir!”. Los tres replicaron: “Quizás usted se justifique delante de todos, pero no está justificado delante de la ley. Su arrepentimiento quizás garantice su futura inocencia, pero nunca podrá remover su culpabilidad pasada, ni le puede librar del juicio de la ley”. Al fin, tuvo que confrontar su juicio en la corte.
(Fe cristiana normal, La, capítulo 9, por Watchman Nee)