LA MANERA DE AYUDAR
¿Cómo podemos ayudar a estos dos hermanos? Supongamos que el hermano “negro” se enoja continuamente y se porta muy rudo con los hermanos y hermanas. ¿Qué haremos? La mayoría de las personas tratará de convencerle de que está mal, así que lo condenarán, y si lo convencen un poco, entonces lo reprenderán; algunas veces lo reprenderán hasta amortecerlo. Finalmente, le pedirán que corrija y cambie su actitud, diciéndole: “Hermano, usted sabe que la iglesia debe tener una vida de amor. ¡No debe comportarse de una manera tan pobre! ¡Debe conducirse en amor y aprender a amar a otros!” Esto es lo que hace la mayoría de las personas, pero están equivocados.
Supongamos que un hermano así viniera a usted, ¿qué haría? Según mi experiencia, la mejor manera no consiste en condenarlo ni corregirlo, sino en ministrarle vida. Ore-lea una porción de la Palabra con él y llévelo a la presencia del Señor. Después de cierto tiempo de orar-leer con él y de tener contacto con el Señor, usted puede decirle algo de forma positiva: “Hermano, todos somos pecadores. El bien no significa nada para el Señor; aun lo mejor que podamos hacer no significa nada para El. El Señor simplemente quiere ser nuestra vida”. Al decir esto, usted no está siendo diplomático, ni lo está vindicando ni condenando. Usted está fuera de la esfera del bien y del mal y en otro ambiente que puede ayudarlo a experimentar a Cristo como realidad. El se preocupa mucho por el bien o el mal, pero usted debe estar en otra esfera para ayudarle a darse cuenta de que ni el bien ni el mal significan nada para Dios. Usted tiene que sacarlo de la esfera del bien y del mal e introducirlo en el ámbito de Cristo, que es la esfera de vida. Por supuesto, esto tomará tiempo. Tendrá que ponerse en contacto con él una y otra vez, pero siempre en el principio de sacarlo de la esfera del bien y del mal para que entre en Cristo como vida.
De esta manera gradual, cada día usted alimentará con Cristo a este hermano. Debe alimentarlo poco a poco y nunca condenarlo ni reprenderlo; sólo aliméntelo con Cristo como vida. Cuando él venga a usted, no le hable jamás de lo que es correcto o incorrecto, ni de quien es orgulloso o quien es humilde. Debe mostrarle a él de que a usted no le importa eso. Actuar bien o mal no significa nada; Cristo como nuestra vida es todo. Gradualmente usted lo llevará a la plena realidad de la vida. Entonces él se dará cuenta de que no es necesario luchar contra el mal genio que tiene ni contra su mal carácter. Se olvidará de todo eso, y se volverá a su espíritu para tener contacto con el Señor y disfrutarlo.
(Expresión práctica de la iglesia, La, capítulo 19, por Witness Lee)