QUE HACER CON LAS DENOMINACIONES
En el capítulo anterior vimos algo referente a la actitud que debemos tener para con los creyentes que aún permanecen en las denominaciones. Por una parte, nuestra actitud debe ser muy amplia, con un corazón abierto a todos los santos sin importar el trasfondo que tengan; pero por otra, si permanecen en las denominaciones, se nos dificulta identificarnos con ellos. Sin embargo, la responsabilidad por causar división no es nuestra sino de ellos. Mientras hayamos regresado a el terreno apropiado de la unidad, quedamos absueltos de toda culpa por la división. Por esta razón, no podemos ayudarles; lo único que podemos hacer es regresar al terreno apropiado. En cuanto a posición, el terreno genuino de la unidad es el lugar correcto donde todos los hijos de Dios podemos identificarnos mutuamente, pero en la práctica, esto no es posible porque muchos todavía están en las divisiones.
Ahora veamos qué hacer con las denominaciones. Algunos hermanos que han visto el error de las denominaciones todavía insisten en que debemos quedarnos allí. Dicen que si no permanecemos en las denominaciones, se nos acusará de causar división. Además, dicen que debemos quedarnos para ayudar a otros, porque no habrá manera de ayudarles si nos vamos. Así hablan algunos de los amados santos que han visto el error de las denominaciones.
Entonces, ¿están las denominaciones en lo correcto o están equivocadas? Si están equivocadas, ¿deberíamos quedarnos en ellas? ¿Deberíamos permanecer en algo que está equivocado? Si no puede salirse de las denominaciones porque otros dirán que esto causará división, ¡me temo que sea usted un gran diplomático! Usted no es fiel a lo que ve. Sabe que las denominaciones están equivocadas, pero todavía permanece porque teme lo que otros digan. Tal actitud no es honrada ni fiel.
Quizá usted diga que debemos tener cuidado de no causar divisiones, pero dejar a Babilonia y regresar a Jerusalén no es causar una división. Es preciso tener una conciencia pura: abandonar lo que está mal y regresar a lo que está correcto no causa división. No importa cuanto diga que es cuidadoso, yo diría que usted está jugando a la diplomacia, porque en su corazón condena a las denominaciones, pero aún se queda allí. No creo que los cristianos deben adoptar una actitud así. Y si usted se queda, ¿qué clase de obra hará? ¿Se quedará en la denominación para hacer una obra que va en contra de esa denominación? Tampoco debemos ser esa clase de persona.
Los presbiterianos, por ejemplo, se esfuerzan mucho por edificar su propia denominación presbiteriana. Si usted está de acuerdo con ellos, debe quedarse; pero si no, debe decirles claramente que no puede quedarse. Seamos honrados. No debemos fingir estar de acuerdo con cierta denominación y al mismo tiempo socavarla día tras día. Esa conducta no es honrada y no está bien. Con el tiempo, todos los que son así serán expulsados de las denominaciones. Supongamos que usted es el pastor de una denominación; ¿permitiría que un miembro de su denominación se quedara y al mismo tiempo minara su obra? Tendría que echarlo.
Todas las cosas deben ser “según su género” como se ve en Génesis 1. Si estamos a favor de las denominaciones, permanezcamos en ellas; pero si no estamos de acuerdo con ellas, seamos honrados y digámoslo. En 1927 fui elegido como miembro del comité ejecutivo de la denominación en la cual estaba, pero les dije francamente que no podía aceptar la posición y que los iba a dejar. Ese fue el fin de mi participación en las denominaciones, y sigo creyendo que hice lo correcto. Somos hijos de la luz, y debemos ser honrados con nosotros mismos y con otros.
Abandonemos la idea de que debemos permanecer en las denominaciones para ayudar a otros. Si nos quedamos, no somos honestos. Supongamos que usted es misionero, y que lo envían a trabajar para su misión. Sea honesto con ellos. Si obra de manera honrada y fiel para la misión, está bien; pero no vaya al campo misionero y al mismo tiempo intente producir algo diferente, porque eso no sería honesto. Quizá usted diría que hace algo por Cristo, pero no creo que el Señor necesite siervos clandestinos.
Debemos ser “según nuestro género”: si somos denominacionales, seamos cien por ciento denominacionales; si las denominaciones están equivocadas, debemos dejarlas a cualquier costo. Tenemos que ser lo que somos. No debemos fingir ser algo, porque eso es ser diplomático. Seamos sencillos, fieles y honrados para con Dios, para con los demás y también con nosotros mismos. No finjamos. Manifestemos a los demás lo que somos y cuál es nuestra posición. No debemos pretender ser algo. Si preferimos el camino de las denominaciones, entonces debemos apoyarlo. El Señor nunca honra la hipocresía. Debemos ser lo que somos.
Por supuesto, si somos muy francos, quizá ofendamos a algunos; pero con el tiempo, si no declaramos lo que somos, les ofenderemos más. Desde el principio debemos manifestar a los demás lo que somos y cuál es nuestra posición. Digo esto porque es fácil pensar que sería preferible permanecer en las denominaciones; sin embargo, les digo francamente que eso no funciona.
Hay algunos que afirman que lo dicho anteriormente es lo correcto. Están de acuerdo que no deben quedarse en las denominaciones para socavar la obra de ellos; no obstante, dicen que deben quedarse para orar por ellos y ayudarles. Esta es una buena intención, pero nunca he visto a nadie que haya tenido éxito. Si usted no cree mis palabras, vaya y vea cómo pierde el tiempo. Procure hacerlo por algunos años y vea si puede ayudarles. Estoy seguro de que no podrá. No debemos involucrarnos con tantas cosas y perder el tiempo.
(
Expresión práctica de la iglesia, La, capítulo 13, por Witness Lee)