LA VIDA ANIMAL
Pasemos ahora a ver algo acerca de la vida animal. Oh, ¡los aspectos de Cristo en la tierra son muchos y muy ricos! No sólo tenemos la vida vegetal, es decir, la vida de las plantas, sino también la vida animal. Hay dos clases de vida. En el Señor Jesucristo, se encuentran el aspecto de la vida vegetal y el de la vida animal.
La vida vegetal es la vida que se genera a sí misma, que se multiplica. Es la vida que siempre se genera a sí misma y se multiplica. Un grano de trigo cae en tierra, muere y es sepultado. ¿Qué sucede? Produce fruto a treinta, a sesenta o a cien por ciento. Esto es generación; esto es multiplicación. Por lo tanto, el aspecto del Señor Jesucristo que es representado por la vida vegetal es el de generarse y multiplicarse. Este es un aspecto.
Pero hay otro aspecto. Debemos recordar que antes de la caída, antes de que el hombre pecara, el alimento que Dios había ordenado para el hombre provenía del reino vegetal, no del animal. No fue sino hasta después de la caída, después de que el hombre había pecado, que para su dieta la sangre tenía que ser derramada. Antes de la caída no se requerían los animales para el consumo humano, pero cuando entró el pecado, el hombre tuvo que empezar a incluirlos en su dieta. Sin el pecado, no había necesidad de redención por medio de la sangre, pero después de la caída, y por causa del pecado, se requería la sangre. Si vamos a vivir delante de Dios, debemos participar de la redención por medio de la sangre. Entonces, ¿qué simboliza la vida animal? Simboliza la vida redentora, la vida sacrificada. Después de que el hombre cayó y pecó, se requería tal vida para que el hombre pudiera vivir delante de Dios.
Estos son los dos aspectos de la vida del Señor. Por una parte, Su vida es generadora, y por otra, su vida es redentora. En Juan 6, el Señor dijo: “Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”. Tenemos que disfrutar a Cristo como el que nos redime.
Ahora, quizás a usted le parezca que ha aprendido algo. Ha aprendido a aplicar a Cristo como el trigo, la cebada, y muchas clases de árboles; se regocija. Pero debe comprender que nunca puede aplicar a Cristo simplemente como la cebada, porque usted es un pecador, usted ha pecado. Hasta el día de hoy, usted y yo somos pecadores. Cuando queremos aplicar a Cristo como el trigo, la cebada, la vid, la higuera, la granada y el olivo, al mismo tiempo debemos aplicarlo como el cordero, es decir, como aquel que murió en la cruz, derramando Su sangre para redimirnos de nuestros pecados. En todas las ofrendas del Antiguo Testamento, siempre se hacía una ofrenda animal junto con la ofrenda vegetal. Ya sabemos lo que hizo Caín. Ofreció del producto de la tierra sin nada de la vida animal, y Dios lo rechazó. Si usted quiere disfrutar a Cristo, debe darse cuenta de que es pecador. Debe pedir al Señor que lo cubra con Su sangre preciosa y que lo limpie una vez más. No puede disfrutar a Cristo simplemente como planta, como trigo o como cebada. Tiene que disfrutarlo como la planta con el animal. Debe disfrutarlo como la vida que genera y al mismo tiempo como la vida redentora.
Un día vino a verme una pareja, un hermano y hermana, y me dijeron: “Hermano, sabemos que su estómago no está muy bien; hemos preparado una comida para usted, y quisiéramos invitarle a comer en nuestra casa”. Acepté la invitación. Cuando llegué a su casa, vi que en verdad habían preparado una buena comida, y también la habían arreglado atractivamente. Cuando la mesa estuvo puesta, se veía muy llena de color. Había algo verde, rojo, blanco y amarillo; se veía de lo más agradable. Pero negué con la cabeza. Mi esposa lo notó y me preguntó: “¿Qué pasa? ¿Por qué niegas con la cabeza? ¿No te gusta la comida?” Le dije: “Me gusta, pero no es bíblica; no tiene nada de la vida animal”. Todo lo que estaba preparado era de la vida vegetal. Había verduras, verduras, y más verduras, y algo de fruta; pero no había ninguna clase de carne, nada del reino animal. Le pregunté a la hermana: “¿Piensa que no soy pecador? ¿Piensa que no necesito tomar al Señor como el Aquel que ha sido inmolado, que no necesito Su sangre en este mismo momento?”
Ahora usted entiende. No puede experimentar a Cristo simplemente como la vida vegetal. Usted es pecador. Cuando ofrece la ofrenda de harina, también tiene que ofrecer algo del reino animal. Cuando toma a Cristo como su vida, como el trigo, como la cebada, la higuera, o la granada, al mismo tiempo debe tomarlo como el toro o el cordero. El es aquel que fue inmolado en la cruz, y derramó Su sangre para redimirnos de nuestros pecados.
Un día un hermano me dijo: “Hermano, cuando le oigo orar, siempre dice: ‘Señor, límpianos con Tu preciosa sangre para que podamos disfrutarte más y más’. ¿Por qué siempre le pide al Señor que lo limpie con Su sangre?” Le contesté: “Hermano, no se da cuenta de que todavía tiene una naturaleza pecaminosa? ¿No se da cuenta de que todavía vive en un mundo corrupto y contaminador? ¿No es contaminado por muchas cosas todo el día, desde la mañana hasta la noche?” Cuando queremos experimentar a Cristo y aplicarlo como nuestra vida, debemos comprender que El no sólo es la vida vegetal, sino también la vida animal. Tenemos que aplicarlo como el Redentor, el Cordero que fue inmolado, a fin de poder disfrutar todas las riquezas de Su vida generadora.
(
Cristo todo-inclusivo, El, capítulo 6, por Witness Lee)