Cristo todo-inclusivo, El, por Witness Lee

TRANSFORMADOS DE BARRO A PIEDRAS

Mientras seamos sólo unos niños en Cristo que están bebiendo del agua viva, ¿cómo va a ser posible que el edificio del Señor exista entre nosotros? Es imposible. Tenemos que crecer; debemos madurar por medio de experimentar a Cristo. Debemos ser piedras. El Señor es la piedra viva, y nosotros también debemos ser piedras vivas a fin de que seamos materiales para la edificación.

Hablando figuradamente, en Adán somos pedazos de barro; no somos piedras, sino barro. El edificio del Señor se edifica con piedras, pero nosotros somos de barro. ¿Cómo podemos nosotros como pedazos de barro ser material para el edificio del Señor? Es imposible. Debemos ser transformados de barro a piedra. Debemos ser transformados por el Espíritu Santo por medio de experimentar y disfrutar a Cristo prácticamente.

A veces, cuando un hermano se acerca a mí, siento que ese hermano ha sido un poco transformado. Pero, siento decir que en él sólo hay una pequeña cantidad de piedra; la mayor parte de él todavía es de barro. Tal vez usted se haya encontrado con hermanos así. Se puede reconocer en ellos un poco de transformación; se parecen a piedras, pero la mayor parte de su ser todavía está en su estado original. Todavía están en Adán, en el barro. Todavía son muy naturales.

Un día tuve comunión con algunos hermanos. Durante la comunión, un hermano insistió enfáticamente en cierta cosa. Le señalé con el dedo y le dije: “Hermano, en su espíritu hay un pedacito de piedra, pero su cabeza es un pedazo de barro”. La mentalidad de muchos hermanos y hermanas todavía no ha sido renovada, transformada. Su mente es simplemente la del hombre natural, llena de conceptos y pensamientos naturales. Es una cabeza de barro. Por la renovación de la mente somos transformados de pedazos de barro en piedras. Después de ser convertidos en piedras, somos quemados y prensados para que seamos transformados aún más, es decir, de piedras ordinarias en piedras preciosas. En la nueva Jerusalén, no se puede encontrar nada de barro; tampoco se puede encontrar ninguna piedra ordinaria. Todas las piedras son preciosas. La nueva Jerusalén es edificada con piedras preciosas.

(Cristo todo-inclusivo, El, capítulo 7, por Witness Lee)