Cristo todo-inclusivo, El, por Witness Lee

LABORAR EN CRISTO

Entonces, ¿qué vida es la que necesitamos para disfrutar la buena tierra? En primer lugar, es una vida de laborar en Cristo. Es una vida de hacer de Cristo nuestra industria.

Hoy en día se habla mucho de industria. La gente estudia muchas materias para participar en la industria; ellos establecen negocios con miras a la industria y planean ciudades con ese mismo fin. Hoy casi todo está orientado hacia la industria. Las naciones compiten unas con otras en el crecimiento industrial. Hay muchas clases de industrias en el mundo, pero nosotros que somos el pueblo del Señor y vivimos en el Cristo todo-inclusivo, debemos tener una sola industria: Cristo. El es nuestra industria, tenemos que laborar en El.

Hoy día muchas personas estudian la ciencia o la ingeniería. Día tras día investigan estos asuntos y trabajan en ellos. Dedican muchas horas de estudio laborioso, de experimentación y aun de práctica en esos campos. Pero yo quisiera saber, usted como un cristiano nacido de Dios, iluminado por el Espíritu Santo y fortalecido cada día con el poder de resurrección en el hombre interior, ¿en qué está laborando? En otras palabras, ¿cuál es su negocio?

Dondequiera que voy, no me gusta decirle a la gente que soy predicador. Puede ser que suene raro, pero me avergüenzo de presentarme a otros en esa forma. Tampoco me gusta dar a conocer a la gente que soy lo que se llama un ministro. Me es realmente difícil decirle a la gente cuál es mi negocio. Muchas veces al viajar por avión o por tren, alguien se sienta a mi lado y me pregunta cuál es mi ocupación. A veces les sorprendo diciendo: “¡Estoy trabajando en Cristo! ¡Cristo es mi trabajo!” Cuando me preguntan con qué empresa trabajo, a veces les contesto: “Mi empresa es Cristo y compañía”. Usualmente me preguntan después qué es lo que quiero decir con “Cristo y compañía”. Lo único que les puedo decir es que día tras día estoy trabajando en Cristo y que Cristo mismo es mi verdadero negocio.

Ustedes los que son estudiantes deben comprender y experimentar que aun al estudiar, están trabajando en Cristo. Cristo es su industria. Los que son camioneros, tienen que comprender que manejar camiones no es su verdadera ocupación; su verdadera profesión es Cristo; deben trabajar en El continuamente. Ustedes las que son amas de casa, deben saber que su verdadero trabajo no es el de cuidar del hogar y de la familia, sino que es ¡Cristo! ¿Están trabajando en Cristo todo el tiempo? ¿Procuran disfrutarlo y experimentarlo en toda situación?

La vida que se tiene después de tomar posesión de la buena tierra es una vida de laborar en Cristo. Es una vida de hacer de Cristo nuestra industria y de producirlo en gran cantidad. Trabajamos para “Cristo y compañía” y diariamente producimos a Cristo. Muchos hacendados cultivan y producen frutas. Nosotros cultivamos y producimos a Cristo. Día y noche trabajamos diligentemente en la labranza que es Cristo. No obstante, trabajamos con alegría, y nuestro trabajo es un gran descanso para nosotros.

Considere al pueblo de Israel, después de que ocupó la buena tierra y sometió a todos sus enemigos. ¿Qué hicieron ellos? Sencillamente trabajaron en la tierra. Ellos labraban la tierra, sembraban semillas, regaban los sembrados, nutrían las viñas y podaban los árboles. Esas eran las tareas necesarias para poder disfrutar ese pedazo de tierra. Todo esto es uncuadro que nos muestra que tenemos que trabajar diligentemente en Cristo para poder disfrutar Sus riquezas todo-inclusivas. Esto es nuestro negocio. Cristo es nuestra industria. Debemos trabajar en Cristo para producir Sus riquezas. Hemos visto cuán rica es esta buena tierra en tantos aspectos, pero sin trabajar en ella, ¿cómo podrían producirse sus riquezas en abundancia? Tener a este Cristo tan rico es una cosa, pero laborar continuamente en El es otra.

¿Y qué podemos decir del cristianismo de hoy? ¿Es rico o pobre? Debemos confesar que en verdad es pobre. Cristo es mucho más rico de lo que se pudiera medir, pero hoy la iglesia está hundida en la pobreza. ¿Por qué? Porque hoy en día los hijos del Señor son indolentes. No se esfuerzan para laborar en Cristo. Lean los Proverbios escritos por aquel hombre sabio, el rey Salomón: “Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar un poco las manos para reposo; así vendrá ... tu pobreza como hombre armado” (Pr. 6:9-11). ¿Por qué es tan rico hoy los Estados Unidos? Dios en verdad dio a los Estados Unidos una tierra sumamente rica. Pero ésta no es toda la historia. Muchos estadounidenses han trabajado diligentemente en esta tierra para sacar abundantes riquezas de ella. Tenemos que trabajar; no podemos ser perezosos. ¿Qué hay de la mayoría de los cristianos hoy? Están muy ocupados con sus industrias mundanas, y demasiado perezosos en su labor en Cristo.

Debemos cultivar nuestra tierra espiritual; debemos sembrar la semilla espiritual; debemos regar los sembrados espirituales todo el tiempo. No podemos depender de que otros lo hagan por nosotros. Nosotros mismos tenemos que hacerlo o nunca será hecho. Hermanas, ¿oraron-leyeron la Palabra esta mañana? Hermanos, ¿cuántas veces han tenido contacto con el Señor hoy? Esta es nuestra situación. No cultivamos a Cristo. Tenemos una tierra muy rica, pero no trabajamos en ella; así que, no hay ningún producto. En verdad somos ricos en materia prima, pero muy pobres en producción.

El Señor le dijo a Su pueblo que ellos tenían que reunirse para adorarlo por lo menos tres veces al año: en el tiempo de la pascua, en el tiempo de pentecostés y en la fiesta de los tabernáculos. Además, les dijo que cuando se reunieran, por ningún motivo podían venir con las manos vacías. Tenían que traer algo en sus manos para El, algo del producto de la buena tierra. Si eran perezosos y no laboraban en la tierra, no sólo no podrían traer algo al Señor, sino que tampoco tendrían algo con lo cual satisfacerse; estarían con hambre.

Hermanos y hermanas, debemos darnos cuenta de que cada vez que venimos a las reuniones, cada vez que nos acercamos para adorar al Señor, no debemos llegar con las manos vacías. Debemos venir con las manos llenas del producto de Cristo. Tenemos que laborar en Cristo diariamente para producirlo en gran cantidad. Necesitamos más que ese poquito de Cristo que satisface nuestras necesidades. Debemos producirlo con tanta abundancia que quede un excedente para otros, es decir, para los pobres y necesitados. “Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” (Dt. 15:11). También debe haber un excedente para satisfacer la necesidad de los sacerdotes y levitas: “Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote ... Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás” (Dt. 18:3-4). Y sobre todo, lo mejor del excedente debe ser reservado para el Señor: “Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él Su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubieres prometido a Jehová” (Dt. 12:11). Cuando cosechaban los campos, tenían que reservar las primicias para el Señor. Cuando el ganado producía, los primogénitos eran para el Señor. Debemos laborar diligentemente, no sólo con la intención de producir lo suficiente para suplir nuestras propias necesidades, sino también con miras a adquirir un excedente que pueda satisfacer las necesidades de otros, reservando lo mejor para el Señor. Entonces seremos aceptos delante del Señor y El se complacerá de nosotros.

Esta es la vida en la buena tierra. Es una vida en la cual continuamente laboramos en Cristo, produciéndolo en gran cantidad. Cosechamos tanto de Cristo que estamos totalmente satisfechos, y además, tenemos un excedente para compartir con otros y con el cual podemos adorar a Dios. Adorar a Dios con Cristo no significa adorarlo individualmente, sino adorarlo colectivamente, con todos los hijos de Dios, disfrutando a Cristo unos con otros y también con Dios. Cuando usted llega, trae algo de Cristo. Cuando otro hermano llega, también trae algo de Cristo. Cada uno trae una porción de Cristo, la cual proviene de su labor en El, y hay un rico disfrute de Cristo no sólo de parte de los santos sino, sobre todo, de parte de Dios, a quien se le ofrece lo mejor.

(Cristo todo-inclusivo, El, capítulo 15, por Witness Lee)