Cristo todo-inclusivo, El, por Witness Lee

VALLES Y MONTES

Deuteronomio dice que esas aguas brotan en valles y montes. ¿Qué significa esto? Obviamente, sin valles y montes, no fluirá el agua. Si toda la tierra es una llanura, no habrá corriente de aguas. ¿Qué son los valles y los montes?

En 2 Corintios 6:8-10, Pablo menciona muchas cosas contrastantes, muchos montes y valles:

“...a través de gloria y de deshonra, de mala fama y de buena fama; como engañadores, pero veraces, como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”.

La “gloria” es un monte; la “deshonra” es un valle. La “mala fama” es un valle; la “buena fama” es un monte. Ser “como entristecidos” es un valle, “mas siempre gozosos” es un monte. Ser “como pobres” es un valle, “mas enriqueciendo a muchos” no sólo es un monte, sino una montaña. Algunos pensaban que Pablo era un engañador. Aunque, en realidad, él era “como engañador, pero veraz”; donde hay un valle siempre hay un monte. En estos versículos, por lo menos se encuentran nueve pares, es decir, nueve valles y nueve montes. Estos son los lugares de donde puede brotar el agua.

Si usted es una persona sin montes y valles, si su vida es simplemente una llanura, estoy seguro de que no habrá agua que fluya en su interior. Cuanto más usted sufra, tanto más tendrá del fluir. Cuanto más usted haya sido humillado, cuanto más se difunda mala fama acerca de usted, tanto más fluirá el agua.

En los años pasados, muchas veces se me ha dado mala fama. Con frecuencia la gente ha venido a decirme: “Hermano, hay algo de lo cual no quisiera hablar”. Cuando alguien habla de esa manera, indica que ha surgido la mala fama. Cuando oigo esto, alabo al Señor. Le digo: “Señor, te alabo, aquí está otro valle. Aquí está un valle para que algo más fluya de mi interior”. Se me han puesto varios buenos apodos. Recientemente me llamaron sarcásticamente “el defensor más fuerte” de cierta cosa. Me dieron este “título honorable”. Ha habido toda clase de mala fama. Pero, alabado sea el Señor, donde hay un valle tiene que haber un monte. Esto es muy cierto. No le temo a la mala fama. Sé que después de la mala fama vendrá la buena. El agua de vida fluye en valles y montes. ¡Oh, la vida de Cristo es inefablemente maravillosa!

Cuando Dios le mande tristezas a usted, tenga la seguridad de que después vendrá el regocijo. “Como entristecidos, mas siempre gozosos”. “Como pobres, mas enriqueciendo a muchos”. “Como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. Todas estas experiencias son los valles y los montes. El apóstol Pablo dijo: “He aprendido ... Sé estar humillado, y sé tener abundancia” (Fil. 4:11, 12). Había aprendido el secreto. Sabía estar saciado y sabía tener hambre. ¿Cuál es el secreto? ¡Oh, el secreto es que Cristo mismo fluye en mí! He aprendido, se me ha enseñado, he sido iniciado. Yo conozco al Cristo vivo que está dentro de mí.

Todos los valles son las experiencias de la cruz, las experiencias de la muerte de Cristo, y todos los montes son las experiencias de la resurrección del Señor. Un valle es la cruz; un monte es la resurrección. Debemos ser personas que siempre tienen algún problema, algún valle, pero también personas que siempre están en los montes experimentando la resurrección. Donde hay un valle, también hay un monte. Cada vez que usted experimenta la muerte de la cruz, experimentará la resurrección. Las aguas vivas fluyen de todas estas experiencias.

Consideremos más atentamente el pasaje de Deuteronomio 8:7. Dice que las aguas “brotan en los valles y en los montes”. No dice “en los montes y en los valles”, sino “en los valles y en los montes”. Primero los valles, y después los montes. ¿Por qué? Porque el primer lugar donde tocamos el agua que fluye es en los valles. Luego, si seguimos la corriente aguas arriba hasta su origen, encontraremos que brota de los montes. Si quiere tener algo que fluya de su interior para regar a otros, tiene que estar en los valles.

Nunca se me olvidará una historia que oí cuando joven. Me ayudó muchísimo. La esposa de uno de los siervos del Señor murió muy joven y le dejó ocho niños. El también era joven, y este sufrimiento le fue un fuego de prueba. Sufrió pero aprendió algo con ello. Un día, varios años después, otro hermano perdió a su esposa, y en este caso también quedaron algunos niños. A este hermano nadie le pudo consolar; estaba sumamente deprimido por la muerte de su esposa. Luego, el siervo del Señor vino a verle. En cuanto llegó, el hermano deprimido le dijo: “Hermano, ¡siento consolación; siento refrigerio! Usted perdió a su esposa y le quedaron ocho niños. Yo también perdí a la mía, pero sólo me quedaron cuatro. Hay algo que proviene de usted que me refresca y me consuela”.

Si uno puede experimentar a Cristo en tiempos de pruebas y problemas, ¡cuánto fluirá de su interior para otros! ¡Con cuánta bendición regará a otros! No es en tiempos pacíficos o días alegres que puede hacerse esto. Es en los días de tristeza, en los días de enfermedad, en los días de problemas. En esas ocasiones, es por medio de la experiencia que uno tenga de Cristo que podrá tener la corriente viva que riega a otros. Cada situación de muerte puede producir un fluir más grande de agua refrescante. No sólo en los montes, sino también en los valles; no sólo en los valles, sino también en los montes. Necesitamos muchas experiencias de la muerte del Señor y muchas experiencias de la resurrección del Señor; entonces estaremos llenos de manantiales, fuentes y arroyos.

Estos versículos realmente son dulces. Es una buena tierra, una tierra de arroyos, manantiales y aguas profundas que fluyen por valles y montes. Es a través de gloria y de deshonra, de mala fama y de buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. Trate usted de experimentar a Cristo y aplique a Cristo cuando se encuentre en cualquier clase de sufrimiento; entonces tendrá algo que no sólo le refrescará a usted mismo, sino que también fluirá de usted para regar a otros. Esta es sólo una parte de las inescrutables riquezas de Cristo; éste es sólo un aspecto de las riquezas de la buena tierra. La tierra es buena en las riquezas del agua: en arroyos, manantiales y aguas profundas, que brotan en valles y montes.

(Cristo todo-inclusivo, El, capítulo 4, por Witness Lee)