PERDER LA UNIDAD
Es extremadamente significativo el que seamos uno donde el Hijo está. Ninguna de las personas caídas está en el Padre, sino que todas ellas están en sí mismas. Debido a que no están en el Padre, no están en la expresión de Dios. Al contrario, se hallan en la mundanalidad, la ambición, la autoexaltación y los conceptos y opiniones. En el mensaje anterior señalamos que el mundo está constituido de la ambición, la autoexaltación y los conceptos, y no simplemente de cosas superficiales como la moda y el entretenimiento. Las personas caídas están completamente en sí mismas y en el mundo. En un sentido, ni siquiera los que verdaderamente han sido salvos están en el Padre, puesto que muchos todavía viven en sí mismos, expresando así la mundanalidad, la autoexaltación, la ambición y los conceptos. Estas cuatro cosas constituyen la fibra misma de nuestro ser. Incluso entre los cristianos que buscan del Señor, no muchos verdaderamente viven en el Padre ni en la gloria del Padre. Como resultado, la unidad genuina se pierde.
Es preciso que todos tengamos una comprensión acertada de la unidad. Es posible que nos reunamos y aún no estemos en la unidad genuina. Únicamente poseemos la verdadera unidad al vivir en el Padre y en Su gloria.
Muchos cristianos hablan acerca de la unidad mencionada en Juan 17 sin un verdadero entendimiento de lo que hablan. Hasta cierto punto, ésta también puede ser nuestra situación. La unidad en Juan 17 no tiene que ver con reunirnos, unirnos u organizarnos. La unidad aquí consiste en vivir en el Padre y en Su gloria. Este vivir nos rescata de la mundanalidad, de la ambición, de la autoexaltación y de los conceptos.
A menudo quebrantamos la unidad sin darnos cuenta, quizás incluso por la manera en que hablamos. Nuestras palabras pueden ser mundanas, llenas de ambición, de autoexaltación y de conceptos. Por lo tanto, es posible que con respecto a nuestro hablar no nos hallemos en la expresión del Padre. Aquellos que viven en la gloria del Padre pueden percibir esto. Debido a que los incrédulos viven en sí mismos y en el mundo, ellos no tienen unidad. En vez de ello tienen Babel, es decir, confusión y división. Sin embargo, es posible que los cristianos que buscan del Señor, incluso nosotros, también estemos en Babel. Es posible que usemos la terminología correcta y sepamos que el recobro del Señor consiste en recobrar la unidad genuina, pero en realidad no tengamos esta unidad. Si todavía estamos en nosotros mismos, y no en la expresión del Padre, la unidad sufrirá daño.
A medida que el Cristo que mora en nosotros vive y se mueve en nuestro interior mientras el Padre vive y se mueve en Él, nosotros somos rescatados de nuestra ambición, de nuestra autoexaltación y de nuestros conceptos. A veces cuando estoy reunido con los hermanos que toman la delantera, percibo que son muy rápidos para expresar sus opiniones o tomar decisiones. Esto muestra que no han sido perfeccionados en unidad. Si hemos sido perfeccionados, no seremos osados al expresar nuestras opiniones ni al tomar decisiones, sino que seremos restringidos por el Cristo que mora en nosotros, y espontáneamente nos preguntaremos si lo que vamos a decir es de Cristo o del yo. En esto consiste el ser perfeccionado. Si todos los hermanos que toman la delantera son perfeccionados de esta manera, no habrá disensiones entre ellos.
(Mensajes de la verdad, capítulo 8, por Witness Lee)