Vida que vence, La, por Watchman Nee

Más extractos de este título...

AUN TE FALTA UNA COSA

En Lucas 18:27 el Señor Jesús dijo que lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Nosotros sabemos en qué ocasión el Señor dijo esto. Un joven rico había venido a El y le había preguntado: “¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?” (v. 18). Debido a que le preguntó, qué tenía que hacer, el Señor le contestó: “Los mandamientos sabes: No adulteres; no mates; no hurtes; no digas falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre”. (v. 20). El Señor le hizo una lista de cinco cosas. Le dijo al joven rico, que para heredar la vida eterna, la vida increada de Dios, por medio de las obras, debía cumplir estas cosas. Esto tiene que ver con lo que uno debe hacer y con lo que no debe hacer. El joven rico pensaba que si heredar la vida eterna era sólo cuestión de dejar de hacer ciertas cosas y de cumplir otras, él podría lograrlo. De hecho, él dijo haber guardado todos estos mandamientos desde su juventud; entonces el Señor le dijo: “Aún te falta una cosa” (v. 22).

En esta ocasión no tenemos tiempo para profundizar en este pasaje. Sólo extraeré de él un principio. Cuando el joven le preguntó al Señor qué debía hacer para heredar la vida eterna, el Señor sólo le mencionó cinco cosas. ¿Por qué el Señor no le dijo las seis cosas? ¿Por qué no le dijo todas las condiciones de una vez? ¿Por qué después de estas cinco cosas le dijo: “Aún te falta una cosa”? La única razón era demostrarle que él no podía lograrlo. La vida eterna es un regalo de Dios, es Su gracia, y el hombre no puede obtenerla por medio de ningún tipo de obra. El Señor primero le habló al joven rico de cinco cosas y después añadió: “Aún te falta una cosa”, porque deseaba que el joven supiese que no podría heredar la vida eterna por obras; es imposible obtener vida eterna por las obras. Pero el joven rico ignoraba esto. El seguía declarando que podía lograrlo. Desde su juventud había guardado los mandamientos de no adulterar, no matar, no hurtar, no decir falso testimonio y honrar padre y madre. Por lo tanto, el Señor añadió una cosa más: “Aún te falta una cosa”. El Señor sabía que había una cosa que no podía hacer. El Señor conocía bien a este joven y sabía que había una cosa que no podía vencer.

En la actualidad el Señor hace lo mismo entre nosotros en relación con la vida vencedora; El aplica hoy el mismo principio. Quizás algunos hermanos o hermanas digan que no son tan orgullosos ni tan envidiosos ni tan obstinados como otros. Quizá piensen que son mejores que otros en muchos aspectos, mas Dios sabe que hay algo en cada uno de nosotros que no podemos vencer. Dios permite que esto permanezca en nosotros, a fin de demostrarnos que esto es imposible para el hombre. Mientras no cometamos adulterio, ni robemos, ni matemos, ni digamos falso testimonio, y mientras honremos a nuestros padres, creemos que podemos hacerlo todo. Si otros nos preguntasen si hemos vencido, podríamos decirles que hemos vencido en este o en aquel asunto. Podemos pensar que todo está bien. Pero la pregunta hoy no es cuántas cosas ya hemos vencido, sino si existe alguna que no hayamos vencido. Dios permite que algo permanezca en nosotros para mostrarnos que todavía hay alguna cosa que no podemos hacer.

El sábado por la noche vimos que según la evaluación que Dios ha hecho de nosotros, sólo merecemos ser crucificados. Dios entiende cabalmente que no podemos vencer el pecado y que nunca podemos hacer el bien. Pero aunque Dios dice que somos inútiles, seguimos pensando que somos útiles en alguna forma. Dios nos conoce muy bien, pero nosotros no nos conocemos a nosotros mismos. No importa cuán buenos digamos ser, Dios dirá que aún nos falta una cosa. El mal genio persigue a algunos permanentemente. La terquedad siempre sigue a otros. Quizás algunos no sean orgullosos ni envidiosos, pero su obstinación nunca los abandona. Todavía les falta una cosa. Siempre habrá alguna cosa que no podamos vencer. No tenemos el poder para vencer ese pecado. Quizás otras personas no sean orgullosas, celosas ni contumaces y tampoco se enojen fácilmente, pero se encuentran llenos de sus propias palabras; no pueden vivir sin estar hablando continuamente. Pueden gloriarse de no haber cometido este o aquel pecado, pero el Señor aún les dirá que les falta una cosa. Algunos son incapaces de soltar su dinero, aunque nunca llegan a cometer un pecado grave. Sin embargo, su pecado es la avaricia; es una mancha que permanece en ellos. Dios dice que todavía les falta una cosa. Aún queda algo porque Dios quiere demostrarnos que no podemos vencer. Tal vez deseemos llevar una vida perfecta, pero queda una cosa que da testimonio de que no la hemos alcanzado. Hermanos y hermanas, ésta es la primera condición: admitir que aún nos falta “una cosa”. Para algunos es el orgullo, para otros puede ser la envidia, la locuacidad o los pensamientos impuros. Quizás otros tengan más de “una cosa”.

Las palabras del Señor indican que al hombre le es imposible conseguir la salvación, recibir la vida, obtener la victoria y la vida abundante. Sin embargo, el joven no creyó en su incapacidad. Su respuesta fue bastante osada: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud”. ¡Cuán presuntuosa fue su respuesta! ¡Cuánta confianza en sí mismo se nota en estas palabras! El creyó tenerlo todo. Pero el Señor le dijo que aún le faltaba una cosa. Quizás un hombre diga que no tiene orgullo ni envidia ni obstinación ni locuacidad ni algún otro de los pecados ya mencionados; pero aún le falta una cosa. Si se fuese a casa y meditase un poco, podría ver que aún le falta una cosa.

(Vida que vence, La, capítulo 6, por Watchman Nee)