ENTREGARSE SIGNIFICA SOLTAR
Hermanos y hermanas, ¿qué sucede cuando vemos que el Señor murió en la cruz por nosotros? ¿Qué sucede cuando creemos? Inmediatamente dejamos de tratar de hacer el bien. Somos salvos tan pronto creemos. Igualmente cuando vemos que el Señor nos ha llevado a la cruz, y nos ha crucificado allí, cesamos de luchar y no tratamos de mejorar. Una vez que creemos que el Señor está en nosotros y que vence en nuestro lugar, detenemos nuestras obras y permitimos que Dios nos rescate. Decimos: “Señor, nunca mejoraré y tampoco tengo la intención de intentarlo. No haré nada de hoy en adelante. No tomaré el control ni me preocuparé por nada. Soltaré todo a partir de hoy, y los problemas ya no serán míos”. Hermanos y hermanas, esto es lo que significa rendirnos. Esto es lo que significa soltar.
Algunos han dicho que soltar es muy difícil. Al llegar la tentación deben sostener una pelea, y al comenzar a enojarse, piensan que deben luchar. Una vez que se proponen hacer algo y fracasan, piensan que sólo tienen que tomar una decisión más firme la próxima vez. Sin embargo, otra determinación traerá otra derrota, y una nueva promesa sólo traerá consigo otra promesa quebrantada. Cuanto más determinaciones tomemos, más fracasaremos. Si la primera decisión no fue lo suficientemente firme, aunque la segunda lo sea más, tampoco traerá resultados. Romanos 7 describe esto muy detalladamente: “Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (v. 18). Ninguna promesa que hagamos sirve para nada, porque no hemos soltado. Aún seguimos administrando nuestros propios asuntos; no podemos decir que fuimos crucificados juntamente con Cristo ni que ya no vivimos nosotros. Soltar significa morir, renunciar; significa abandonar todo esfuerzo por tomar control y olvidarnos del asunto. Cuando ya no seamos capaces, Dios podrá obrar. Por tanto, la primera condición es soltar los asuntos.
Había en Tientsin un hermano de apellido Lee, que me preguntó una vez cómo podía soltar las cosas. Dijo que no podía renunciar ni soltar; ¿qué debía hacer? Le pregunté qué hacía en su empresa, y me dijo que era gerente del departamento de textiles. Le pregunté qué haría si el gerente general le dijera que el mes entrante no lo necesitaría más en la empresa, y desde entonces quedaría despedido. El respondió que lo único que podía hacer sería renunciar. Luego le pregunté: “Suponga que al mes siguiente llega el nuevo gerente y usted le entrega todo a él. ¿Qué haría si un comprador se acercara a usted y le preguntara qué clase de tela nueva tiene? ¿Qué precio tiene? ¿Cuánto juzga que subirá el precio en dos días?”. El hermano respondió: “Si esto sucediera unos pocos días antes de la llegada del nuevo gerente, trataría de hacer los cálculos pertinentes para determinar lo que la compañía tiene en bodega y cuánto necesitaríamos almacenar. Pero si ya hubiese entregado todo al nuevo gerente, no tendría que hacer nada. Todo lo que podría hacer sería ver a los demás trabajar”. Esto es lo que significa soltar y rendirnos. Esto es lo que significa estar crucificados con Cristo. Debemos decirle al Señor: “No renuncio porque sea capaz; renuncio porque no puedo tolerar más esto. No soy capaz de hacer nada; no logro manejar las cosas. Es por esto que tengo que renunciar. Mi mal genio persiste; mi orgullo aún está presente; mi obstinación y mi envidia todavía están conmigo. No puedo hacer nada al respecto. Lo único que me resta por hacer es rendirme y renunciar. Sólo puedo decir que en lo sucesivo todo queda en Tus manos”. Sin embargo, cuando aparezcan “posibles compradores”, no debemos alarmarnos. Hay muchos “compradores” que vienen cada día a ofrecernos sus productos. Lo único que debemos hacer es dejar todo en las manos del Señor. No debemos preocuparnos ni tratar de hacer nada. Esto es lo que significa vencer; esto es lo que significa rendirse.
(Vida que vence, La, capítulo 6, por Watchman Nee)