NOS RENDIMOS:
“CON CRISTO ESTOY JUNTAMENTE CRUCIFICADO”
La primera condición es: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Por qué debemos ser crucificados con Cristo antes de poder tener la vida que vence? Hermanos y hermanas, ¿cuántas personas viven en nosotros hoy? Todos sabemos que tan pronto creemos, el Señor viene a vivir en nosotros. Dice en 2 Corintios 13:5: “¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”. Nosotros los que creímos en el Señor, sabemos que no estamos reprobados. Es un hecho que el Señor está en nosotros, pero desafortunadamente El no es el único que vive en nosotros; también nosotros vivimos dentro de nosotros mismos. A fin de experimentar al Señor como vida que vence, nosotros necesitamos salir. Salir significa que tenemos que soltar. Si nosotros salimos, experimentaremos la vida que vence.
Ayer una hermana me preguntó cómo podía experimentar la vida vencedora. Mi respuesta fue que ella tenía que mudarse a otro lugar. Si dos familias viven en una misma casa, y la relación entre ellas no es muy buena, una de las dos familias debe mudarse a otra casa. El asunto no depende de si Cristo vive en nosotros o no, puesto que en el minuto en que creímos, Cristo comenzó a vivir en nosotros; no depende de si El está en nosotros. El problema radica en si nosotros nos hemos mudado o no. Como coarrendatarios del Señor somos muy sucios; hemos cometido toda clase de pecados. Tan pronto como nos mudemos, todo estará bien. Por lo tanto, la primera condición es que nosotros nos mudemos; tenemos que irnos a otro lugar.
La Palabra de Dios dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”. Pero ¿acaso hemos tenido éxito nosotros aun cuando hemos tratado de mudarnos muchas veces? Hemos procurado morir muchas veces, pero aún seguimos vivos. Hemos tratado de dar muerte a nuestro yo muchas veces, pero no lo hemos conseguido todavía. Algunas veces parece que hemos muerto, pero todavía seguimos vivos. Frecuentemente hemos tratado de crucificarnos a nosotros mismos, pero todavía no estamos muertos. ¿Cuál es el problema? Necesitamos mirar más de cerca este asunto ahora.
Nosotros no podemos lograrlo
En esta ocasión todos los hermanos y hermanas que están aquí presentes, entienden lo que es la cruz. Sabemos que cuando el Señor fue crucificado, no sólo quitó nuestros pecados, sino que también crucificó nuestra persona. Ya conocemos la enseñanza de Romanos 6. Sabemos que cuando el Señor murió en la cruz, no sólo llevó nuestro pecados, sino que también crucificó consigo nuestro viejo hombre. Sabemos que el problema del pecado fue resuelto, y que nosotros mismos fuimos crucificados juntamente con El. Hemos prestado mucha atención a esta verdad por muchos años. Si bien es cierto que fuimos crucificados juntamente con Cristo, ¿por qué esta verdad no ha tenido mucho efecto entre nosotros? Es cierto que el Señor fue clavado en la cruz, ¿pero por qué no estamos muertos aún? El Señor me llevó a la cruz, pero todavía sigo siendo yo. Aún sigo atado, aún soy débil, sigo cayendo y aún carezco de poder. La Biblia dice que yo fui crucificado juntamente con Cristo, pero ¿por qué estoy tan escaso de poder? Muchos cristianos salvos, continúan esforzándose esperando que a la postre podrán vencer. Sin embargo, la victoria siempre parece estar lejos de ellos.
Hermanos y hermanas, debemos darnos cuenta que una cosa es que el Señor Jesús efectúe la salvación y otra muy distinta que nosotros recibamos esta salvación. Una cosa es preparar la comida, pero otra cosa es comerla. Una cosa es que el Señor logre algo por nosotros, pero es otra cosa que nosotros recibamos lo que El logró. Pablo nos enseñó que debemos recibir la muerte del Señor. Romanos 6 nos muestra que cada uno de nosotros está muerto. ¡Aleluya! ¡Todos nosotros estamos muertos! Romanos 7 nos muestra que aunque cada cristiano debe estar muerto, en realidad todavía seguimos vivos. Si deberíamos estar muertos, ¿por qué todavía estamos vivos? Romanos 6 nos muestra la verdad objetiva, mientras que Romanos 7 nos muestra la experiencia subjetiva. Romanos 6 presenta el hecho, mientras que Romanos 7 presenta la experiencia. En la actualidad hay muchos cristianos que conocen el significado de Romanos 6, donde se nos dice que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo. Ya saben que no deben seguir siendo esclavos del pecado, que son libres de la esclavitud de la ley y que diariamente deben darse por muertos al pecado. Aunque ya saben todo esto, nada funciona para ellos. La enseñanza continúa siendo enseñanza, y ellos todavía siguen siendo los mismos. La enseñanza nos muestra que fuimos crucificados juntamente con Cristo, pero nosotros decimos que todavía estamos vivos. La enseñanza nos dice que fuimos librados del pecado, pero nosotros decimos que el pecado todavía está en nosotros. La enseñanza nos dice que fuimos librados de la esclavitud de la ley, pero nosotros decimos que todavía estamos bajo la ley. ¿Cuál es el problema?
Romanos 7 nos habla de un hecho grandioso: el hombre no está de acuerdo con lo que Dios ha hecho. El hombre no está dispuesto a aceptar el juicio de Dios. Hermanos y hermanas, ¿por qué Dios nos puso en la cruz? El nos puso en la cruz porque sabe que no podemos hacer nada y porque somos absolutamente inútiles. Es imposible que podamos mejorar, corregirnos o tener algún progreso. No somos buenos absolutamente para nada. No tenemos otra esperanza que ser crucificados. Una vez le di unas palmadas en el hombro al hermano Tsong-jie Hsu, y le dije: “Tsong-jie Hsu es completamente corrupto. Si hubiese alguna esperanza al castigarlo, lo castigaríamos; si hubiese esperanza al meterlo en la cárcel, lo encarcelaríamos. Pero es inútil castigarlo o encarcelarlo. No hay esperanza en él. Lo único que podemos hacer con él, es ejecutarlo. Tsong-jie Hsu es totalmente corrupto, no tiene esperanza. Lo único que podemos hacer con él, es crucificarlo”. Usted y yo somos tan corruptos como el hermano Tsong-jie Hsu; por consiguiente, sólo merecemos ser crucificados.
La cruz no es otra cosa que la valoración de nosotros mismos. La cruz nos evalúa y determina que sólo merecemos morir. Según la evaluación que Dios hace de nosotros, lo único que merecemos es la muerte. Lo que Dios determina al evaluarme es que debo morir. Si entendemos que la cruz es el informe de la evaluación que se hace de nosotros, que somos absolutamente inútiles y que ni siquiera podemos tener pensamientos rectos, estaremos de acuerdo con que no merecemos otra cosa que la muerte. Dios dice que sólo merecemos morir y que somos completamente inútiles. Pero ¿hemos de seguir tratando de producir algo bueno por nosotros mismos?
Recientemente el gobierno chino anunció una nueva ley sobre la prohibición del opio. Todos los que se sometan a un tratamiento obligatorio y continúen consumiendo opio, serán ejecutados. Suponga que una persona ha estado consumiendo opio por mucho tiempo, y después de someterse al tratamiento obligatorio, recae nuevamente. Cuando el gobierno se entere de esto, esa persona será ejecutada. ¿Qué cree usted que hará esta persona? Puesto que sabe que va a ser ejecutada, ¿acaso tratará de encontrar un doctor en Shanghai que le aplique unas cuantas inyecciones para poder dejar su adicción, aunque sabe que va a morir al día siguiente? Eso no tendría sentido. Un criminal que ha sido condenado a muerte, ya no piensa en mejorar ni tiene necesidad de progresar. Lo único que espera es la muerte. Dios dice que lo único que merecemos es morir y que no hay posibilidad alguna de enmendarnos ni de corregirnos. No podemos tener más progreso. La decisión final de Dios es que debemos morir. Nosotros solamente merecemos morir.
Pensamos que antes de ser salvos no podíamos mejorarnos ni corregirnos ni enmendarnos por nuestra propia cuenta y que debíamos abandonar nuestro pasado. Pero ahora que somos salvos, creemos que debemos tratar de mejorarnos, corregirnos y progresar por nosotros mismos, a fin de agradar a Dios. Así que, después de ser salvos, decidimos ser buenos. Hermanos y hermanas, ¿cuántas veces hemos determinado ser buenos? ¿Cuántas veces hemos tenido éxito en llegar a ser buenos? Le hemos hecho muchas promesas a Dios. Le hemos dicho que obedeceremos esto y aquello que El nos ha dicho. Le hemos prometido que madrugaremos y que seremos fervientes el día siguiente. Sin embargo, a pesar de todas nuestras promesas, ¿cuánto hemos logrado? Una hermana occidental dijo que ella le había prometido a Dios más de treinta cosas, pero que no había podido cumplir ninguna de ellas. No hemos aceptado la valoración que Dios ha hecho de nosotros. No hemos aceptado el juicio de Dios sobre nosotros. Aunque ya hemos sido sentenciados a muerte, todavía seguimos buscando un doctor.
¿Qué es la cruz? La cruz significa que Dios perdió toda esperanza en el hombre. La cruz nos dice que Dios ha abandonado toda esperanza en el hombre. ¿Qué es la cruz? La cruz nos dice que Dios proclama: “No puedo mejorar al hombre ni corregirlo ni hacer que progrese. Solamente puedo clavarlo en la cruz”. Lo extraño de esto es que ya conocemos este hecho. Ya sabemos que Dios nos considera un caso perdido y que sólo merecemos ser crucificados. Pero al mismo tiempo, seguimos pensando que no somos tan malos. Por lo tanto, seguimos tomando determinaciones todos los días. Decimos: “Dios, te prometo que haré esto y aquello. De ahora en adelante, no perderé la paciencia”. Ninguna de estas promesas tiene objeto. A veces creemos que nuestras decisiones no son lo suficientemente fuertes y tratamos de obrar mejor la próxima vez. Nos trazamos más metas y después de enojarnos, hacemos votos de no perder la calma la próxima vez. Pero cuando nos encontramos con que todavía conservamos nuestro mal genio, tomamos una tercera decisión. Era así como Pablo vivía: “Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro. 7:18). El siempre estaba tomando decisiones; luego fallaba y volvía a tomar nuevas determinaciones, y volvía a caer una y otra vez. Esta no solamente era la vida de Pablo, sino que hoy sigue siendo la experiencia común de muchos de nosotros. Hermanos y hermanas, ¿hemos cesado ya de tomar nuestras propias determinaciones? Dios dice que sólo merecemos morir y que no somos buenos para nada. El dice que no hay más esperanza en nosotros.
¿Qué significa ser crucificado juntamente con Cristo? Significa que Dios ha abandonado toda esperanza en nosotros, y que nosotros también hemos abandonado toda esperanza en nosotros mismos. El hecho de que Dios nos crucifique juntamente con Cristo, quiere decir que El no tiene esperanzas en nosotros. Dios conoce nuestra verdadera condición; El sabe que somos absolutamente inútiles y que no tenemos esperanza. ¿Qué significa estar juntamente crucificado con Cristo? Significa que hemos abandonado toda esperanza. Reconocemos que nunca podremos agradar a Dios. El no puede hacer otra cosa que condenarnos a muerte. No hay esperanza en el hombre carnal. Lo único que nos resta por hacer es morir. Sólo somos dignos de muerte.
Hermanos y hermanas, ¿tienen algún enfermo en sus casas? He estado en cinco o seis casas en donde ha habido alguien enfermo, ya sea el esposo, la esposa o los hijos. Cuando la familia perdía la esperanza en el enfermo, me decían: “Hermano Nee, si es la voluntad de Dios, esperamos que él o ella se vaya rápidamente”. ¿Por qué decían eso? Porque ya no tenían esperanza. Cuando perdían toda esperanza, sólo esperaban que el enfermo muriera rápidamente. Ahora Dios le está diciendo que usted no tiene esperanza; sólo merece ser crucificado. También sería bueno si usted pudiera decir que no tiene esperanza en usted y que lo único que le resta es ser crucificado.
Nuestro problema es que conocemos muy bien Romanos 6, pero todavía seguimos tomando decisiones como la persona de Romanos 7. Todavía seguimos haciendo promesas a Dios y aún seguimos pensando que podemos servir para algo. Entendemos claramente Romanos 6, pero todavía nos comportamos según Romanos 7. En Romanos 6 Dios le dijo a Pablo que él era inútil; en Romanos 7, Pablo se dijo a sí mismo que era inútil. Hermanos y hermanas, Dios sabe a qué atenerse con respecto a nosotros. El abandonó toda esperanza en nosotros hace mucho tiempo. Según Su evaluación, no valemos nada. El ya nos ha dicho que somos inútiles. La pregunta es ¿cómo nos valoramos a nosotros mismos? Si nosotros también abandonamos toda esperanza en nosotros mismos y declaramos que somos inútiles, inmediatamente experimentaremos liberación. Dios permite que perdamos la paciencia, que seamos orgullosos, celosos y deshonestos. El permite que el pecado nos ponga de cabeza. Es así como El nos comunica que nosotros no podemos hacer nada. Pero, ¿cómo respondemos? Pensamos que nuestra primera decisión no fue lo suficientemente firme y que tenemos que tomar una determinación aún más firme. Creemos que esto tal vez funcione la segunda vez, pero no produce resultados. Es así como experimentamos Romanos 7. Romanos 6 es meramente la enseñanza, mientras que Romanos 7 nos conduce a la realidad de Romanos 6.
Si alguien aquí dijera que yo soy terriblemente corrupto, yo gritaría: “¡Aleluya! Yo, Watchman Nee, soy totalmente corrupto”. ¡Aleluya! Pablo no podía hacer nada por sí mismo. El sufrió durante muchos años. El sólo merecía ser crucificado. Hoy, si usted declara que no sirve para nada, experimentará liberación inmediatamente. Aquellos que tratan de ser buenos nunca serán salvos. Asimismo, los cristianos que se deciden a ser buenos cristianos, nunca vencerán. Hermanos y hermanas, la cruz de Dios no ha cometido un error al juzgarnos. Hay algo que me agrada hacer todos los días: me encanta declarar que yo era inútil ayer, que soy inútil hoy y que seré inútil mañana. Seré inútil por siempre.
Dios quiere que nosotros aceptemos la evaluación que la cruz hace de nosotros porque al hacerlo aceptamos al Señor como nuestra santificación, nuestra perfección y nuestra victoria. Si todavía acariciamos alguna esperanza y conservamos aunque sea un poquito de fe en nosotros mismos, Dios tendrá que seguir trabajando en nosotros. Dios no cesará de obrar en nosotros hasta que abandonemos por completo toda esperanza en nosotros mismos. Dios tiene que llevarnos al punto en que no tengamos ninguna esperanza en nosotros mismos. El hace esto para que aceptemos la cruz. El nos lleva a ese punto porque desea que comprendamos que somos totalmente impotentes. El desea que reconozcamos esto.
Aunque muchas personas son conscientes de que no pueden hacer nada por su cuenta, aún así no han vencido. ¿Por qué sucede esto? Porque Dios también requiere que cumplamos otra condición.
(
Vida que vence, La, capítulo 5, por Watchman Nee)