Vida que vence, La, por Watchman Nee

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DIOS DESEA QUE EL HOMBRE SE DE CUENTA DE SU INCAPACIDAD

Hermanos y hermanas, Dios ha concluido que nosotros nunca lograremos nada. El ya determinó que somos incapaces. El ha discernido y ha visto que no podemos obtener nada. Ya lo dijo. El asunto ahora radica en cómo responderemos nosotros. Hermanos y hermanas, ¿por qué permite Dios que caigamos tan frecuentemente después de haber sido salvos? ¿Por qué hemos estado fracasando constantemente desde el día en que fuimos salvos hasta ahora?

Muchos hermanos me confiesan con lágrimas que no pueden vencer este pecado o aquél. Hermanos y hermanas, no crean que yo no comprendo sus frustraciones; sé que algún pecado le ha venido molestando, pero doy gracias al Señor y lo alabo porque ustedes no pueden superarlo. Usted se ha rendido; ha reconocido su derrota; Dios le mostrado que no puede vencer. El no tiene necesidad de mostrarle muchos pecados. Solamente lo deja ver uno solo, y éste será suficiente para demostrarle que no puede vencer.

Quizás una hermana haya vencido toda clase de pecados, mas no consigue vencer el pecado de la mentira. Miente en el instante en que abre su boca. Cuando habla, salen mentiras de su boca. Ella reconoce que éste es un pecado que no logra vencer.

Otra hermana quizás no pueda vencer su mal genio. Ella se enoja en el minuto en que es provocada. Inmediatamente después de enojarse confiesa su pecado; pero inmediatamente le vuelve el mal genio. Cada vez que pierde la paciencia, sabe que tiene que confesar su pecado; habiendo acabado de hacer su enojo, éste vuelve a explotar. Esto la perturba mucho, pero no encuentra otra cosa qué hacer. Ella continúa perdiendo la paciencia una y otra vez.

Tal vez un hermano haya logrado vencer muchos pecados, pero no logra vencer el pecado de fumar. Aunque es un buen hermano, no puede vencer este pecado.

Otra hermana quizás venza toda clase de pecados, pero no logra vencer el pecado de comer constantemente y a deshora.

¿Por qué los cristianos tienen experiencias diferentes? Dios permite que estas cosas permanezcan en nosotros para probarnos que nada podemos hacer. Pero a pesar de que Dios dice que nada podemos lograr, nosotros seguimos insistiendo en tratar de lograr algo. A pesar de que Dios dice que no tenemos esperanza, nosotros seguimos pensando que tenemos esperanza. Necesitamos ver que todas nuestras decepciones y fracasos, y todas nuestras penosas derrotas son usadas por Dios para mostrarnos que no podemos. Es así como Dios nos pregunta si ya nos dimos cuenta de que hemos fracasado lo suficiente. El nos demuestra de este modo que jamás lograremos vencer. El permite que fracasemos una, dos, diez veces y aun veinte veces, para que veamos que no podemos hacer nada. El permite que constantemente fracasemos a fin de mostrarnos nuestra incapacidad. El nos permite tener estas experiencias para que reconozcamos delante de El que no podemos vencer. El primer paso para obtener liberación es reconocer que no podemos lograrlo. Para que una persona pueda ser salva, debe primero reconocer su incapacidad. De la misma manera, para poder vencer, también debe reconocer su incapacidad. Una vez que lleguemos a este punto, Dios podrá comenzar a obrar. Desafortunadamente, el joven rico que se acercó a Jesús, se fue desilusionado. Es una lástima que se hubiese alejado triste a pesar de haber visto su incapacidad.

¿Por qué dio Dios la ley al hombre? No necesitamos examinar todas las leyes que Dios ha dado en estos cuatro mil años. Sólo necesitamos observar los diez mandamientos que Dios dio a los israelitas en el monte Sinaí. ¿Cuál fue el propósito de estos mandamientos? Dios les dio los diez mandamientos a los israelitas, no para que los guardaran, sino para que los quebrantaran. ¿Qué significa esto? Dios sabe que el hombre no puede guardar la ley y también conoce que todos somos pecadores. Sin embargo, el hombre se niega a aceptar el juicio de Dios. Sólo cuando una persona fracase después de intentar cumplir la ley, reconocerá que es pecadora. El libro de Romanos nos dice que Dios dio la ley al hombre para que éste la quebrantara, no para que la guardara. Cuando el hombre llega a comprender que no puede guardar la ley, viene a ser subyugado y se humilla. Dios invirtió cuatro mil años en ayudar al hombre a ver que no puede lograr nada. Después envió a Cristo para que el hombre lo recibiera y fuera salvo por El.

En estos últimos dos mil años, muchos pecadores han sido salvos. Fuimos salvos a pesar de que éramos pecadores. Esto debería ser suficiente para habernos humillado; pero no sé si esto ha mejorado en algo su mal genio o su orgullo. Es posible que haya habido algo que llamemos mejora, pero en realidad es represión. Anteriormente su mal humor se manifestaba externamente; ahora queda reprimido adentro. Antes, nuestro orgullo se manifestaba exteriormente; ahora lo reprimimos. Pero cuando la represión llegue a cierto punto, no podremos reprimirnos más, y todo quedará fuera de control. Dios nos muestra que no podemos lograr nada. Nos dice que nadie puede poner fin a sus pecados. Mientras haya alguna cosa que el hombre no pueda hacer, su incapacidad quedará de manifiesto.

Hermanos y hermanas, somos inútiles. Para poder recibir liberación de parte de Dios, lo primero que debemos hacer es reconocer que no podemos hacer nada y no intentar nada. Tenemos que decirle a Dios: Dios, me rindo ante Ti. Estoy acabado. Ya no lucharé”. Esto es lo que significa rendirnos. Hermanos y hermanas, la primera condición para obtener liberación es decir: “No puedo lograr nada. No trataré de luchar más, ni seguiré peleando. Antes yo había tratado de dejar mi orgullo un poco, mas ahora Señor, no tengo intención de cambiarme a mí mismo. Anteriormente procuré cambiar un poco mi mal genio; pero Señor, ya dejaré de intentarlo. Creí haber corregido mi lengua, pero ya no lo seguiré intentando. No puedo hacer nada. No trataré de cambiarme a mí mismo. Me doy por vencido”.

(Vida que vence, La, capítulo 6, por Watchman Nee)