AYUDAR A OTROS A
SER PERDONADOS DE SUS PECADOS
Según el caso narrado en 2:1-12, lo primero que debemos aprender al predicar el evangelio es ayudar a las personas a que reciban el perdón de sus pecados. Es muy significativo que el Señor no le dijo al paralítico: “Siento mucho que estés enfermo. Pero quiero que sepas que esta enfermedad viene como resultado del pecado. Puesto que estás paralizado, esto muestra que debes de haber pecado de alguna manera. Sabes cuáles son los pecados que cometiste”. Si el Señor le hubiera predicado al paralítico de esta manera, quizás él habría discutido con el Señor, diciéndole: “No, yo siempre he sido una buena persona. He sido bondadoso para con los demás. Pero de repente quedé paralítico”. Debemos aprender del Señor Jesús a no discutir con las personas acerca de sus pecados; eso sólo incitará su enojo y hará que no se interesen en lo que tenemos que decirles. Debemos aprender del Señor Jesús y decirles que sus pecados les son perdonados. Claro, esto no significa que debamos repetir literalmente: “Tus pecados te son perdonados”. Lo que quiero decir es que debemos seguir el principio que allí se presenta.
Cuando nos acercamos a las personas para predicarles el evangelio, necesitamos orar en nuestro interior. Pero no es necesario que ellas sepan que estamos orando. El Señor, entonces, podrá dirigirnos a decir algo así: “Estimado amigo, sólo el Señor Jesús, como Hijo de Dios y Redentor nuestro, tiene la potestad, el poder y la capacidad para perdonar nuestros pecados”. En lugar de decirle: “tus pecados”, debemos decir: “nuestros pecados”. El Señor pudo decir: “tus pecados” porque El no era pecador. Nosotros, sin embargo, tenemos que incluirnos, porque sabemos que también somos pecadores. Esto significa que no debemos decirle a la gente que es pecaminosa. Más bien, debemos decirle que sólo el Señor tiene la capacidad para perdonarnos de nuestros pecados. Luego podemos añadir: “En nuestra vida humana, todas las dificultades y los problemas provienen de nuestros pecados. Necesitamos ser perdonados, y sólo el Señor Jesús tiene la potestad para hacerlo”.
Si presentamos el evangelio debidamente, el Espíritu Santo honrará nuestras palabras, y los que nos oigan recibirán una profunda impresión de que sólo el Señor Jesús puede perdonar nuestros pecados. Como resultado, las palabras acerca del perdón de pecados serán en ellos la semilla del evangelio.
Otra manera de ayudar a las personas a experimentar el perdón de pecados es leyendo con ellas, de manera viviente, Marcos 2:1-12. Al sacar nuestra versión del bolsillo y leer este pasaje de modo prevaleciente, hará que se grabe en ellas el hecho de que sólo el Señor Jesús puede perdonarles sus pecados. En seguida podemos ayudarles a comprender que la manera de tener paz es siendo perdonados de nuestros pecados. Según la secuencia de los casos presentados en 2:1—3:6, lo primero que se debe hacer al llevar a cabo la predicación del evangelio es ayudar a otros a recibir el perdón de sus pecados.
(
Estudio-vida de Marcos, capítulo 7, por Witness Lee)