LA PARABOLA DE LA SEMILLA
En Marcos 4:26-29 encontramos la parábola de la semilla. El versículo 26 dice: “Decía además: Así es el reino de Dios, como si un hombre echara semilla en la tierra”. El reino de Dios es la realidad de la iglesia, la cual es producida por la vida de resurrección de Cristo mediante el evangelio (1 Co. 4:15). La regeneración es la entrada al reino (Jn. 3:5), y el crecimiento de la vida divina en los creyentes constituye el desarrollo del mismo (2 P. 1:3-11).
El hombre de Marcos 4:26 es el Salvador-Esclavo en calidad de Sembrador. Este hombre también es el sembrador del versículo 3. El sembrador es el Salvador-Esclavo, quien era el Hijo de Dios y que vino a sembrarse como semilla de vida, por medio de Su palabra (v. 14), en el corazón de los hombres para crecer y vivir en ellos a fin de ser expresado desde su interior.
La semilla del versículo 26 es la semilla de la vida divina (1 Jn. 3:9; 1 P. 1:23) sembrada en los creyentes del Salvador-Esclavo. Echar semilla en la tierra indica que el reino de Dios, el cual es el resultado y la meta del evangelio del Salvador-Esclavo, y la iglesia en esta edad (Ro. 14:17), tienen que ver con la vida, la vida de Dios, la cual brota, crece, da fruto, madura y produce una cosecha. El reino y la iglesia no tienen nada que ver con una organización inerte, la cual es producida por medio de la sabiduría y capacidad del hombre. Las palabras de los apóstoles en 1 Corintios 3:6-9 y Apocalipsis 14:4, 15-16 confirman esto.
Marcos 4:27 añade: “Duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo”. Las expresiones duerme y se levanta, de noche y de día y sin que él sepa cómo no deben aplicarse al Salvador-Esclavo. Este versículo muestra la espontaneidad con que crece la semilla (v. 28).
El versículo 28 dice: “La tierra lleva fruto por sí misma, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”. La tierra en este contexto se refiere a la buena tierra (v. 8) y representa el corazón bueno que Dios creó (Gn. 1:31) con la intención de que Su vida divina creciera en el hombre. Dicho corazón coopera con la semilla de la vida divina que se siembra en él, permitiendo que crezca y dé fruto espontáneamente a fin de expresar a Dios. La palabra nos capacita para tener fe en este proceso espontáneo. En contraste con Mateo 13:24-30, el versículo 28 no menciona la cizaña, la cual está relacionada con el lado negativo. Las palabras por sí mismas indican que el crecimiento es espontaneo.
El versículo 29 concluye: “Pero cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”. La hoz representa a los ángeles enviados por el Señor para segar la mies (Ap. 14:16; Mt. 13:39).
(Estudio-vida de Marcos, capítulo 15, por Witness Lee)