Estudio-vida de Marcos, por Witness Lee

SANA A LOS ENFERMOS

En 1:29-39 vemos la sanidad de los enfermos efectuada por el Señor. El versículo 30 dice: “Y la suegra de Simón estaba acostada, con fiebre; y en seguida le hablaron de ella”. La fiebre puede referirse al mal genio desenfrenado, el cual es anormal.

En el versículo 31 vemos que el Señor se acercó a la suegra de Simón y la levantó, y la fiebre la dejó. Según el versículo 34, El “sanó a muchos que padecían diversas enfermedades”. La enfermedad resulta del pecado y es una señal de la condición anormal del hombre delante de Dios a causa del pecado. La cuarta cosa que hizo cl Salvador-Esclavo, como parte de Su servicio evangélico para rescatar a los pecadores, fue sanar física y espiritualmente su condición enferma y restaurarlos a la normalidad para que le sirvieran a El (1:34; 3:10; 6:5, 13, 56). En este evangelio se narran nueve casos que son ejemplos de tal curación (1:30-31, 40-45; 2:3-12; 3:1-5; 5:22-43; 7:32-37; 8:22-26; 10:46-52).

Todos los seres humanos caídos están enfermos; muchos lo están físicamente, pero todos están enfermos espiritualmente. Por esta razón, los que estamos en las iglesias locales debemos aprender a predicar el evangelio y enseñar la verdad como médicos, lo cual implica que al enseñar y predicar debemos prescribir a las personas una receta celestial, un medicamento divino para que sanen. Todos los santos que están entre nosotros deben aprender a predicar el evangelio y enseñar la verdad de tal manera que la gente sane. Mientras enseñamos y predicamos, debemos inyectar en las personas el medicamento espiritual que las sanará.

Actualmente, entre los que integran el movimiento pentecostal, se hace mucho hincapié en la sanidad milagrosa, la sanidad física. Pero nosotros debemos preocuparnos más por la sanidad espiritual. Los santos de las iglesias deben estar equipados de tal manera que al predicar y enseñar suministren a las personas la medicina espiritual a fin de que éstas se sanen espiritualmente.

Según Marcos 1:32, en la tarde, el Señor sanó a muchos que estaban enfermos. Luego, temprano por la mañana del día siguiente “se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Oraba para tener comunión con Dios, buscando la voluntad y el beneplácito de Dios con respecto a Su servicio evangélico (v. 38). El Salvador-Esclavo no desempeñó el servicio evangélico solo, independientemente de Dios ni con forme a Su propia voluntad, sino conforme a la voluntad y al beneplácito de Dios, siendo uno con Dios para cumplir Su propósito.

Según 1:37, Simón y los que estaban con él dijeron al Señor: “Todos te buscan”. El Señor les respondió: “Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique también allí; porque para esto he salido”. Como Esclavo de Dios, el Salvador-Esclavo sirvió a Dios en Su evangelio, no para llevar a cabo Su propia voluntad ni lo que proponía la gente, sino la voluntad de Dios, quien lo había enviado (Jn. 6:38; 4:34).

(Estudio-vida de Marcos, capítulo 6, por Witness Lee)