Estudio-vida de Marcos, por Witness Lee

PERDONA LOS PECADOS DE LOS ENFERMOS

Un pecador paralizado por el pecado

El Señor estaba en una casa en Capernaum, y mientras hablaba la palabra a los que allí se habían reunido, le fue traído un paralítico, cargado por cuatro (2:1-3). Este paralítico representa a un pecador paralizado por el pecado, uno que no puede andar ni conducirse delante de Dios.

Marcos 2:4 dice: “Y como no podían acercarlo a El a causa de la multitud, destecharon la azotea por donde El estaba, y después de hacer la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico”. El celo al buscar la sanidad del Salvador-Esclavo impulsó a los que acudieron al Señor a sobrepasar los límites normales, lo cual podría considerarse como un acto atrevido. Luego, destechando el lugar bajaron la camilla, un colchón pequeño o almohada, en la que yacía el enfermo.

El versículo 5 dice: “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”. En este versículo, la fe, la cual proviene al oír uno la palabra de Cristo (Ro. 10:17), indica que los que buscaban al Señor habían oído del Salvador-Esclavo. Al ver El la fe de ellos, llamó al paralítico “Hijo”. Esta palabra amorosa del Salvador-Esclavo implica bondad; en ella expresaba Su virtud humana.

El Señor dijo al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Los pecados eran la causa de su enfermedad. La palabra del Salvador-Esclavo tocó la causa de la enfermedad para que se produjera un efecto distinto. Una vez que los pecados fueron perdonados, la enfermedad fue sanada.

Es muy importante y significativo el hecho de que el primer evento de esta sección, la cual habla de cómo llevar a cabo el servicio evangélico, sea un caso en el que se perdona los pecados a un enfermo. Esto indica que al llevar a cabo la predicación del evangelio, lo primero que se tiene que hacer es ayudar a las personas a que reciban el perdón de sus pecados.

Nuestro problema básico

El problema básico de los seres humanos caídos es el pecado. Cuando Dios creó al hombre, éste era puro, estaba limpio y no tenía pecado. Al final de Génesis 1, Dios miró Su creación y dijo: “Bueno en gran manera”. Estas palabras son muy significativas. El hombre había sido creado a imagen de Dios y conforme a Su semejanza. Además, Dios había soplado en él aliento de vida, y el hombre había llegado a ser alma viviente (Gn. 2:7). El soplo de vida llegó a ser el espíritu dentro del hombre. Por tanto, el hombre que Dios creó posee la imagen de Dios y Su semejanza, y contiene un espíritu. Como ser creado, estaba limpio, puro y completo. No obstante, según Génesis 3, el maligno, el diablo, el enemigo de Dios, vino a envenenar al hombre que Dios había creado. El hombre fue “mordido” por la serpiente, y el pecado se inyectó en él.

Todos los problemas del género humano provienen del pecado, y a causa de él, la humanidad está sumida en la desesperanza. Todos han sido corrompidos por el pecado. ¿No cree que el género humano, incluyéndolo a usted, ha sido corrompido? ¿Acaso no ha sido el pecado lo que ha corrompido el vecindario, la ciudad y el país donde usted vive? El mundo entero ha sido corrompido por el pecado. Por tanto, al llevar a cabo el servicio evangélico, lo primero que debemos hacer es mostrarle a las personas cómo ser perdonadas de sus pecados. Si queremos que sean restauradas a la comunión con Dios, tenemos que eliminar el problema del pecado, pues éste es el causante de la problemática a la que se enfrenta el género humano.

Muchos podemos testificar que en el pasado hicimos todo lo posible por obtener una buena educación con miras a un futuro brillante. No obstante, debido a que el problema relacionado con el pecado no había sido resuelto, éste nos corrompió bastante. Pero el día en que creímos en el Señor Jesús y lo recibimos, fuimos perdonados de nuestros pecados.

En 2:1-12 se halla un caso que muestra que al llevar a cabo el servicio evangélico, el Señor, como Salvador-Esclavo, primeramente perdonó a las personas de sus pecados. Es por esto que dijo en 2:5: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Estas palabras tal vez sorprendieron al paralítico y a los cuatro que le habían traído al Señor, los cuales, sin duda nunca habían pensado que el pecado fuera la causa de la enfermedad. Pero para su sorpresa, el Señor dijo al paralítico que sus pecados le eran perdonados

(Estudio-vida de Marcos, capítulo 7, por Witness Lee)