1. COMO DIOS EL CREADOR
Primeramente Pablo ministró al Cristo que es Dios el Creador (Ro. 9:5; He. 1:8, 10). Dios es Creador no simplemente para cumplir Su obra de creación. Su creación tiene una meta, la cual consiste en que Él se imparta en el hombre que ha creado. Leamos Romanos 9:5: “De quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén”. Este versículo nos dice que Cristo vino de los patriarcas según la carne. En la carne Él era un descendiente de Abraham, Isaac, Jacob, Judá, David y finalmente de María. Por lo tanto, Él era un hombre en la carne. No obstante, la última parte de este versículo dice: “Quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”. Esta persona que estaba en la carne no era solamente un hombre, sino también Dios, quien está sobre todas las cosas y es bendito por los siglos. Esta misma expresión se usa en Romanos 1:25 donde dice que el Creador es bendito por los siglos.
Nuestro Cristo es el propio Dios, el propio Creador, quien es bendito por los siglos; no obstante, a fin de impartirnos a Dios Él se hizo hombre.
Hebreos 1:8 nos dice que Él es el Hijo de Dios, y que a la vez es Dios mismo. Él no era solamente Dios, sino también el Creador (He. 1:10). Él creó todas las cosas con el propósito de impartirse en el hombre. Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra fue creada para el hombre, y el hombre fue creado para que Dios se impartiera en él. El hombre se halla en el centro del universo como un vaso destinado a contener a Dios. La intención de Dios es simplemente infundirse o impartirse en el hombre, Su vaso humano. Si nosotros los seres humanos no tenemos a Dios en nuestro interior, estaríamos vacíos y el universo estaría vacío. Todas las cosas son vanas si no tienen a Dios por contenido. Pero Dios se ha impartido en nosotros para que seamos llenos de Dios. Nosotros, sí tenemos la realidad, y hacemos que el universo sea real. Si no tenemos a Dios como realidad en nuestro interior, el universo entero estaría vacío. Pero hoy el universo no está vacío porque nosotros, que somos el centro del universo, estamos llenos de realidad.
(Impartición divina de la Trinidad Divina, La, capítulo 7, por Witness Lee)