EL DISFRUTE DE LA GRACIA Y LA PAZ DIVINAS
Efesios 1:2 dice: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. La mayoría de los cristianos —incluyéndome a mí mismo— después de leer este versículo ha dado por hecho que lo entiende. Aunque yo leí este versículo por muchos años, no llegué a darme cuenta de lo que eran la gracia y la paz. Pero ahora sé que la gracia en el Nuevo Testamento es nada menos que Dios mismo que se imparte en nuestro ser para nuestro disfrute (Jn. 1:14, 17; Ro. 5:17, 21; 1 Co. 15:10; 2 Co. 12:9; 13:14; Gá. 6:18; 1 P. 4:10; 5:10). La gracia es una persona, Dios mismo, que se imparte en nuestro espíritu para ser nuestra vida y nuestro suministro de vida a fin de que le disfrutemos. Si usted lee el Nuevo Testamento con este entendimiento, la palabra gracia tendrá mucho más sentido para usted. La gracia denota a Dios mismo como nuestro disfrute.
¿Qué es la paz? La paz definitivamente no se refiere solamente a una situación de calma en nuestro entorno. La paz no es algo externo, sino algo interno. La paz viene a nosotros como resultado de que hayamos disfrutado la gracia. Cuando disfrutamos a Dios como gracia, el resultado de ello es la paz. La paz es, por tanto, el fruto, el resultado, de nuestro disfrute del Dios que está en nosotros, el disfrute de Aquel que se ha impartido en nuestro ser.
Según mi experiencia, esta paz implica cinco cosas. En primer lugar, implica reposo. Si no tenemos reposo, no podemos tener paz. La paz también implica consuelo, disfrute, satisfacción y gozo. Cuando yo disfruto a Dios como mi porción interna, experimento reposo, consuelo, disfrute, satisfacción y gozo. Esto es la paz. Aunque externamente puedo tener problemas, interiormente disfruto a Dios y soy una persona alegre. Ésta es la paz que experimentamos como resultado de disfrutar a Dios como nuestra gracia. Este disfrute de la gracia y la paz divinas viene a los santos y a los fieles en Cristo Jesús, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (vs. 1-2).
(Impartición divina de la Trinidad Divina, La, capítulo 15, por Witness Lee)