Impartición divina de la Trinidad Divina, La, por Witness Lee

PARA EXPRESAR A DIOS

Cristo expresa a Dios. Nadie ha visto a Dios jamás, pero Cristo, quien ha dado a conocer a Dios, también lo expresó (Jn. 1:18; 14:9b-11a). Cuando usted lo ve a Él, ve a Dios. Dios es amor, Dios es luz, Dios es santo y Dios es justo. Todos estos atributos de Dios se pueden ver en el Señor Jesús. El Señor Jesús es amor, luz, santidad y justicia porque Él es la expresión de Dios, por lo cual podemos participar de Dios y Dios puede impartirse en nuestro ser.

El Señor Jesús nació, y en los primeros treinta años de Su vida no tuvo ningún discípulo. Pero en Sus últimos tres años y medio, Él atrajo a algunos discípulos quienes le acompañaron. Él estaba con ellos, mas no estaba en su interior. Esto significa que Dios aún no se había impartido en ellos. Sin embargo, Él los había atraído y los había preparado. Después de esto, murió y resucitó y regresó a ellos en calidad de Espíritu. Él sopló en ellos, y por medio de Él todos recibieron al Espíritu (Jn. 20:22). A partir de entonces Dios empezó a impartirse en todos los discípulos. El Señor Jesús se tardó tres años y medio en preparar a los discípulos para que recibieran a Dios en su interior como gracia y realidad. Después de esto, Dios se infundió e impartió en ellos.

Muchos de nosotros éramos como esos discípulos. Yo estuve en el cristianismo desde mi juventud, pero nunca había recibido la impartición de Dios. No fue sino hasta cuando tenía diecinueve años que el propio Dios un día se impartió en mi ser. Esto me hizo diferente, y desde ese día en adelante empecé a disfrutar a Dios como mi gracia y mi realidad. En efecto recibí algo que era muy dulce y muy real, y yo disfrutaba al Señor. Descubrí cuán fidedigno y sempiterno Él era. Él nunca desapareció. Él era mi gracia y mi realidad. Esto es Dios que se imparte a nosotros.

(Impartición divina de la Trinidad Divina, La, capítulo 5, por Witness Lee)