Impartición divina de la Trinidad Divina, La, por Witness Lee

LA DISPENSACIÓN DE DIOS

En el primer mensaje de esta serie vimos que el capítulo 1 de Efesios revela el plan de Dios el Padre. En el segundo mensaje vimos que el capítulo 2 revela principalmente los logros del Hijo realizados con miras a impartir la Trinidad en nuestro ser a fin de que crezcamos hasta ser la morada de Dios. En este mensaje llegamos al capítulo 3 donde encontramos la dispensación, la mayordomía, de la gracia de Dios.

En el capítulo 3 la palabra traducida “dispensación” en algunas versiones es un equivalente de la palabra griega oikonomía, que se compone de dos palabras: óikos, que significa casa, y nómos, que significa ley. Oikonomía denota el reglamento o administración de una casa. Debido a que esta palabra se refiere a una administración o disposición doméstica, implica un plan. Algunos maestros de la Biblia han dicho que hay siete dispensaciones en las que Dios se relaciona con el hombre. En Efesios 3 la palabra dispensación denota un plan, cierta disposición de las cosas, un sistema o un orden.

La dispensación o mayordomía de la gracia de Dios

En Efesios 3 la palabra oikonomía se usa dos veces, en los versículos 2 y 9. En el versículo 2 es mejor traducir esta palabra como “mayordomía”, y en el versículo 9, como dispensación [economía]. Una mayordomía se refiere a los deberes, al oficio o a las responsabilidades de la persona que lleva a cabo la dispensación. Un mayordomo es un siervo encargado del manejo o administración de una casa. La mayordomía es incluso parte de la dispensación. Es por ello que Pablo usó la palabra oikonomía para referirse tanto a la dispensación como al oficio de un mayordomo, que consiste en efectuar la dispensación.

La iglesia es la casa de Dios, y en Su casa, Él tiene un plan, ciertos arreglos, una administración doméstica, que consiste en distribuir las riquezas de Cristo en todos los miembros de la casa. Pablo y los demás apóstoles no eran los únicos mayordomos encargados de esta dispensación [economía]. Pedro en su primera epístola dice que todos debemos ministrar el don que hemos recibido “como buenos mayordomos de la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10b). La palabra mayordomos en 1 Pedro 4:10 no se refiere a los deberes o responsabilidades del siervo, sino al mayordomo mismo, quien está a cargo de la administración doméstica. Cada uno de nosotros debe ser un buen mayordomo de la multiforme gracia de Dios y distribuir las riquezas de Cristo para alimentar a todos los santos en la iglesia.

Al usar la palabra dispensación [economía], nos referimos a la administración de la casa de Dios, al plan de Dios; no nos estamos refiriendo a la impartición. No obstante, en la dispensación de Dios el asunto crucial es que Él se imparta en nosotros. La dispensación de Dios incluye la impartición. Pablo puede ser considerado el mayordomo principal que lleva a cabo la dispensación divina de Dios, es decir, que lleva a cabo el plan divino y eterno de Dios, que consiste en impartir y distribuir todas las riquezas de Cristo. A Pablo le fue confiada esta responsabilidad, este servicio. Podemos considerar esto una mayordomía; también podemos considerarlo una dispensación. A Pablo le fue confiado el plan de Dios, Su dispensación, que consistía en distribuir la gracia de Dios. Este plan de distribuir la gracia de Dios es llamado la dispensación o mayordomía de la gracia de Dios. Dios le dio a Pablo la comisión y el encargo de llevar a cabo este plan, que consistía en impartir las riquezas de Dios como gracia.

La dispensación del misterio de Cristo

En la dispensación, el plan, del misterio de Cristo hay tres asuntos principales. El primero es hacer que en Cristo los gentiles sean coherederos y miembros del mismo Cuerpo, y copartícipes de la promesa (v. 6). El plan de Dios, Su administración doméstica, es hacer de los creyentes judíos y gentiles coherederos de Dios. Todos estos coherederos son miembros del mismo Cuerpo, que es el Cuerpo de Cristo, la iglesia. Además, los coherederos son copartícipes de la promesa en Cristo, es decir, son copartícipes de todas las riquezas en Cristo.

En segundo lugar, Dios desea distribuir las inescrutables riquezas de Cristo a los gentiles (v. 8). ¿Cómo pueden los gentiles llegar a ser coherederos de Dios? Esto únicamente es posible mediante la impartición divina.

Pablo era uno que impartía o distribuía. Podemos compararlo con José en el Antiguo Testamento. José era el mayordomo de la rica casa de Faraón (Gn. 41:41). El rey de Egipto tenía una casa muy grande en la que había una rica provisión de alimento, y necesitaba que hubiera una administración doméstica para distribuir aquella provisión. Así que José fue designado como mayordomo con la comisión de distribuir el alimento. Podemos considerar a Pablo como un José neotestamentario que distribuía todo el rico alimento en Cristo al pueblo de Dios.

La impartición del rico alimento que se halla en la casa de Dios tiene como finalidad hacer que los gentiles, las naciones, sean herederos de Dios junto con los creyentes judíos. Esto no se logra mediante la educación ni la organización; sólo se logra mediante la impartición de vida. Pablo no se valió de la organización para impartir las riquezas. En el capítulo 3 él nos dijo que anunciaba las inescrutables riquezas de Cristo (v. 8). Aquí la palabra anunciar en realidad significa distribuir o impartir. El ministerio de Pablo consistía en impartir a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo. Incluso hoy en día yo considero a Pablo como mi José. Siempre que leo sus epístolas, recibo una rica provisión de alimento. La distribución de las inescrutables riquezas de Cristo por parte de Pablo consistía en hacer que los gentiles fuesen herederos junto con los judíos.

Tercero, la dispensación del misterio de Cristo tiene como fin producir la iglesia para que sea dada a conocer la multiforme sabiduría de Dios conforme al propósito eterno que Dios hizo en Cristo (vs. 9-11). La distribución e impartición de las inescrutables riquezas de Cristo produce la iglesia, la cual da a conocer la multiforme sabiduría de Dios. Dios pone de manifiesto esta sabiduría no principalmente a los hombres, sino a los principados y autoridades en los lugares celestiales, es decir, a los ángeles malignos, a los seguidores de Satanás. Dios ha preparado una exhibición para que los ángeles caídos vean cuánta sabiduría tiene. Para los que están en la tierra, la iglesia es un poema, una obra maestra; pero para los ángeles caídos que están en el aire, la iglesia es una tremenda exhibición. Por medio de la iglesia ellos pueden ver la sabiduría de Dios. Éste es el plan de Dios, el cual es la dispensación de la gracia de Dios.

(Impartición divina de la Trinidad Divina, La, capítulo 17, por Witness Lee)