Principios básicos en cuanto al ancianato, por Witness Lee

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EL ANCIANATO NO DEPENDE PRINCIPALMENTE DE LA CAPACIDAD NI DEL DON, SINO DE LA VIDA

Debemos notar que en los escritos tanto de Pablo como de Pedro se habla muy poco de las aptitudes que deben tener los ancianos. En 1 Timoteo 3:2 leemos que un anciano debe ser “apto para enseñar”, sin embargo, la palabra apto no se refiere tanto a la aptitud, sino al hábito. Por ejemplo, aunque quizás los padres no sean competentes en la enseñanza, aun así, deben ser aptos para enseñar a sus hijos en casa. Igualmente los ancianos deben ser aptos para tomar interés en el aprendizaje de los santos. Según las palabras de Pablo en 1 Timoteo 3:1-7, el ancianato no depende del don ni la capacidad, sino de la vida. Eso no significa que los ancianos no necesiten tener capacidad alguna. Sin embargo, a lo largo de la historia de la iglesia, e incluso entre nosotros recientemente, los problemas en el ancianato no han sido causados por carencias en cuanto a don o capacidad, sino en cuanto a la vida.

Después de sólo unos minutos de haber empezado un juego de básquetbol, uno puede evaluar las capacidades de los jugadores. De igual manera, es posible conocer en poco tiempo las capacidades o dones espirituales de una persona. Para darnos cuenta de la elocuencia de un hermano, sólo tenemos que escucharlo hablar por unos minutos. Sin embargo, para conocer a una persona en vida se requiere mucho tiempo. Pablo, en la etapa postrera de su ministerio, no nombró ancianos inmediatamente después de establecer una iglesia, sino que dejó este asunto en manos de sus colaboradores (Tit. 1:5). La razón es que probablemente se dio cuenta de que era arriesgado nombrar a un hermano como anciano antes de que hubiera pasado el tiempo necesario para conocerlo en vida.

Se requieren más que unos cuantos meses para conocer verdaderamente a una persona porque se requiere mucho tiempo para que la verdadera condición en vida de dicha persona se haga manifiesta. Alguien quizás finja por unos meses ser paciente, humilde y carecer de ambición, pero es difícil que finja esto por más de un año. En un año la condición de una persona en términos de la vida se manifestará en su comportamiento y conducta. No es prudente ni apropiado decidir rápidamente si un hermano es apto para ser anciano. Debemos esperar más tiempo para conocer la verdadera condición de ese hermano en vida. Según nuestra experiencia, para conocer a alguien en vida se requiere al menos un año de tener contacto frecuente con él.

Para conocer a una persona, no sólo se requiere tiempo, sino también diferentes circunstancias y situaciones. Si en un año no se ha presentado una situación que tiente la ambición de un hermano, ésta permanecerá escondida hasta que la situación se presente. El tiempo por sí solo no revela la condición de las personas. El tiempo más las circunstancias son lo que manifiestan a una persona. Por esta razón, debemos esperar al menos un año antes de decidir si un hermano es apto para ser anciano. Aun es mejor si podemos esperar más tiempo.

A las compañías, escuelas, hospitales y otras organizaciones les interesan mucho las aptitudes de sus trabajadores, pero Pablo no dice nada respecto a los dones o la capacidad entre todos requisitos de los ancianos que enumera. Los problemas en el ancianato no tienen que ver con la capacidad, la destreza o el don, sino con la vida. Lo que podemos hacer no significa mucho; en vez de ello, debemos considerar lo que somos. Lo que realmente cuenta para el ancianato es únicamente lo que somos en vida. Ser un anciano no depende de la capacidad ni del don, sino de la vida, es decir, depende de lo que somos.

(Principios básicos en cuanto al ancianato, capítulo 4, por Witness Lee)