Principios básicos en cuanto al ancianato, por Witness Lee

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ES NECESARIO QUE HAYA PLURALIDAD DE APÓSTOLES, PROFETAS Y ANCIANOS

Según la Biblia, debe haber siempre pluralidad de apóstoles, profetas y ancianos. Después de llamar a Sus discípulos, el Señor nombró doce apóstoles (Mt. 10:2). Adondequiera que el Señor enviaba a Sus discípulos, los enviaba de dos en dos (Mr. 6:7; Lc. 10:1). El Señor nunca envió a un apóstol solo. En Hechos 13:2 Pablo y Bernabé fueron enviados juntos como apóstoles. Así pues, vemos que siempre había pluralidad en el apostolado. Lo mismo sucede con respecto a los profetas y los ancianos. En una iglesia local siempre debe haber varios ancianos. La pluralidad en el apostolado, en el cuerpo de profetas y en el ancianato es crucial porque ayuda a prevenir que cualquiera de ellos se convierta en rey entre las iglesias.

Entre los primeros apóstoles no había un liderato permanente. Vemos que Pedro fue el líder en Hechos 2:14, pero en 15:3 Jacobo surgió como líder. Este relato nos muestra que Pedro no fue un líder permanente, único, oficial ni organizativo; al contrario, él solamente fue un líder temporal; asimismo, más tarde, Jacobo llegó a ser otro líder temporal. Si hay un apóstol, profeta o anciano que esté por encima de los demás, ése es un rey, lo cual es un insulto a la posición de Cristo como cabeza y Su reinado.

El Señor nos ha mostrado que Dios en Su administración no desea tener un rey humano. En el Antiguo Testamento hubo un rey, pero esto era algo contrario al deseo de Dios. Es por eso que no vemos ningún rey entre el pueblo de Dios en la era del Nuevo Testamento. Fue a causa de la degradación entre los hijos de Israel en el Antiguo Testamento que se introdujeron los reyes. El deseo de los hijos de Israel por un rey era conforme a las costumbres de las naciones, las cuales son abominables a los ojos de Dios. Por lo tanto, debe quedar grabado en nosotros que no debemos tener un rey. Recibimos de buen agrado a los apóstoles, a los profetas y a los ancianos, pero solamente tenemos un rey, el cual es nuestro Dios, Salvador y Señor.

Debemos ver este principio y oponernos a que alguien surja como rey entre las iglesias locales. El factor básico en la administración de Dios hoy es los ancianos. Los apóstoles y los profetas hacen muchas cosas, pero la constitución básica de la administración de Dios son los ancianos. Los ancianos son quienes ejercen la administración directamente. Debido a que Dios desea reservarse para Sí mismo de forma única y absoluta la posición de ser cabeza y el reinado, Él necesita de un grupo de ancianos en cada localidad que participe en Su administración sin afrentar Su posición como cabeza.

El primer apóstol en el Antiguo Testamento fue Moisés. Después de él, muchos fueron levantados para hablar por Dios. Éstos fueron los profetas, los portavoces de Dios. Finalmente, el Señor Jesús vino como el Apóstol y el Profeta (He. 3:1; Dt. 18:15, 18). Cristo es el Apóstol que ha sido enviado con la autoridad de Dios y el Profeta que habla por Dios. Cristo inicialmente designó y envió a doce de Sus propios apóstoles, pero después de Pentecostés envió a muchos más, entre los cuales estaba Pablo. Algunos de estos apóstoles también fueron profetas. Estos primeros apóstoles nombraron ancianos en las iglesias locales que establecieron (Hch. 14:23). Desde entonces, la administración de Dios entre Su pueblo ha estado principalmente a cargo de los ancianos.

(Principios básicos en cuanto al ancianato, capítulo 1, por Witness Lee)