Principios básicos en cuanto al ancianato, por Witness Lee

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EN EL RECOBRO DEL SEÑOR NO TIENEN CABIDA EL YO NI EL VIEJO SER NATURAL

En el recobro del Señor el yo no tiene cabida alguna. El Nuevo Testamento no deja cabida alguna para ninguna parte de nuestro viejo ser. El hablar del Señor Jesús y los escritos del apóstol Pablo muestran que en la economía de Dios nada de nuestro viejo ser debe permanecer. Es preciso que comprendamos que la economía de Dios está totalmente relacionada con la nueva creación. Nuestro viejo ser debe ser desechado.

La mayoría de los cristianos no ha visto que nuestro viejo ser tiene que ser desechado. Muchos maestros cristianos ni siquiera conocen el significado del yo. Como resultado, muchas denominaciones promueven, fortalecen y usan el viejo ser. Esta situación debe afligirnos. El recobro del Señor es diferente del cristianismo denominacional, porque en el recobro del Señor no hay lugar alguno para el viejo hombre, salvo la tumba. Si hemos de conocer el recobro del Señor, debemos saber que nuestro viejo hombre tiene que ser eliminado. Aunque nuestro viejo ser no tiene cabida alguna en el recobro del Señor, en el sentido de la nueva creación sí hay lugar para nosotros en la iglesia. Hay lugar para nosotros como personas regeneradas que están siendo santificadas, transformadas, conformadas y glorificadas; no obstante, debemos ver que no hay cabida alguna para nuestro hombre natural.

El Señor le dijo a Nicodemo: “El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3), y “el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (v. 5). El reino de Dios en esta era es la iglesia. Por lo tanto, estos versículos muestran que el hombre natural no puede entrar en la iglesia, puesto que necesitamos ser regenerados para entrar en ella. Algunos maestros cristianos no creen que la iglesia sea el reino de Dios en esta era, y afirman que el reino existirá únicamente en la era venidera. Sin embargo, Romanos 14:17 dice: “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Este versículo no usa el verbo será en futuro, sino la forma presente es, lo cual comprueba que el reino de Dios está aquí hoy. Además, el contexto de Romanos 14 nos habla de la vida práctica de iglesia en la era presente, y Romanos 12 nos habla del vivir corporativo del Cuerpo. Esto comprueba que la iglesia es el reino de Dios en esta era. Puesto que la regeneración es el camino para entrar en el reino de Dios, el cual es la iglesia hoy, el hombre natural no tiene cabida alguna en la iglesia.

Romanos revela que a fin de participar de la vida práctica del Cuerpo, que en realidad consiste en practicar la vida de iglesia, necesitamos ser transformados. Romanos 12:2 dice: “Transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable y lo perfecto”. La voluntad de Dios es el Cuerpo de Cristo, y el vivir del Cuerpo se lleva a cabo en la vida de iglesia (vs. 3-16). Por lo tanto, necesitamos ser transformados a fin de vivir en la vida práctica de iglesia. La regeneración es nuestra entrada a la iglesia, y la transformación nos permite permanecer y avanzar en la vida de iglesia. En la vida de iglesia todas las cosas viejas y naturales deben ser desechadas. La regeneración y la transformación anulan nuestro viejo ser; no le dan cabida alguna. Cuando el viejo ser haya sido eliminado, podremos practicar la vida apropiada de iglesia, la cual se halla en la nueva creación. Es preciso que veamos esto de manera práctica.

A fin de poder ver el recobro del Señor en vida y verdad, debemos comprender que no hay lugar alguno para nuestro yo y nuestro hombre natural. Muchos cristianos, inclusive los teólogos que estudian la Biblia, no han visto la verdad revelada en la Palabra de Dios, porque su ser natural permanece intacto y vela sus ojos. Esto lo confirmamos en nuestra propia experiencia. Cuando estamos en nuestro ser natural, no vemos la verdad. Estando en nuestro ser natural los conceptos naturales cubren nuestros ojos internos. Cuando comprendemos que nuestro ser natural debe ser desechado, y negamos nuestro yo, recibimos mucha luz en las Escrituras.

(Principios básicos en cuanto al ancianato, capítulo 15, por Witness Lee)