Principios básicos en cuanto al ancianato, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LOS ANCIANOS QUE LABORAN EN LA PREDICACIÓN Y EN LA ENSEÑANZA

En 1 Timoteo 5:17 dice: “Los ancianos que presiden bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza”. Aquí Pablo da a entender que es bueno que los ancianos enseñen. Pedro dice que los ancianos son pastores (1 P. 5:2). Según Efesios 4:11, los pastores y maestros representan una misma categoría de personas dotadas. A fin de pastorear a las personas, debemos saber cómo enseñarles e instruirlas. La enseñanza es principalmente la manera en que pastoreamos a los santos de una manera práctica.

La enseñanza mencionada en 1 Timoteo 5 y Tito 1 no es la enseñanza de los maestros dotados, sino la enseñanza que imparten los ancianos en las iglesias locales. La enseñanza de los ancianos es semejante a la enseñanza que imparten las madres y los padres en sus hogares. Los ancianos son los que toman la delantera; ellos toman la delantera en todo: en las reuniones, en los asuntos de oficina de la iglesia, en buscar al Señor, en el estudio de la Biblia, en la oración, en la predicación del evangelio y en ayudar a los santos. Según 1 Timoteo 5:17, los ancianos deben tomar la delantera, especialmente laborando “en la predicación y en la enseñanza”. Tito 1:9 igualmente dice que los ancianos deben retener la palabra fiel a fin de “exhortar con sana enseñanza y convencer a los que se oponen”. Por consiguiente, la enseñanza es la principal responsabilidad de los ancianos.

El ancianato es debilitado por dos factores principales: la escasez de vida y la falta de enseñanza. Si los ancianos son ricos en vida y en enseñanza, la situación en las iglesias será maravillosa. Es preciso que veamos nuestras carencias y debemos buscar la vida y la verdad, a fin de estar calificados y ser edificados como ancianos. A fin de cumplir debidamente su función en el ancianato, un hermano no sólo debe tener la suficiente medida de crecimiento en vida, sino también pasar mucho tiempo aprendiendo las verdades básicas.

Debemos alentar a los santos jóvenes, sobre todo a los varones jóvenes, a que estudien la Palabra diligentemente para que estén preparados para cuidar de las iglesias en el futuro. A medida que el recobro del Señor se propaga, la necesidad de ancianos aumenta. No podemos orar, tener comunión ni laborar con miras a la propagación de las iglesias sin tener en cuenta esta necesidad. Los jóvenes deben pasar mucho tiempo estudiando la Palabra a fin de ser edificados en el pleno conocimiento de la verdad. Asimismo debemos animarlos a que busquen al Señor con respecto a su crecimiento en vida. Si los santos jóvenes crecen de una manera equilibrada en vida y verdad, estarán bien equipados para cuidar de las iglesias.

En 1 Timoteo 5:17 Pablo dice que los ancianos deben laborar “en la predicación y en la enseñanza”. La predicación aquí se refiere a hablar de doctrinas de modo general, mientras que la enseñanza denota una instrucción especial con respecto a asuntos específicos. Por lo tanto, los ancianos deben ser capaces de enseñar a los santos con respecto a los asuntos prácticos de la vida familiar, la vida diaria y la vida de iglesia. La principal función de los ancianos es la enseñanza. La manera en que los ancianos llevan a cabo todas las cosas y resuelven los problemas es la enseñanza. Por consiguiente, si los ancianos no son capaces de enseñar, el ancianato será débil. Si en una localidad hay cuatro ancianos, al menos tres de ellos deben ser aptos para enseñar. Si ninguno de los ancianos de una localidad particular es capaz de enseñar, aunque todos ellos sean ricos en vida, el ancianato será débil. Como ancianos, debemos prestar mucha atención al asunto de la enseñanza. Atender otras cosas, tales como los asuntos de oficina de la iglesia, es necesario, pero no tan importante como laborar en la predicación y en la enseñanza. Los ancianos deben estar ocupados ministrando la palabra y enseñando a los santos en cuanto a los asuntos prácticos de la vida cristiana y la vida de iglesia cotidianas.

Los ancianos son los pastores locales, y ser un pastor es ser un maestro. Por lo tanto, los ancianos deben enseñar continuamente a los santos. A fin de hacerlo, deben dedicar mucho tiempo al estudio de las verdades. Los ancianos deben conocer todas las verdades básicas, tales como la diferencia entre el alma y el espíritu, el terreno de la iglesia, la unidad genuina y la definición de la iglesia. Un anciano puede ser invitado al hogar de algunos santos para compartir acerca de alguno de los puntos de la verdad o algún asunto práctico. Los familiares de los santos o sus vecinos también pueden venir a escuchar su compartir. Esta clase de enseñanza ministrada en los hogares muchas veces es más eficaz que los mensajes dados en las reuniones grandes. Los ancianos deben ser capaces de responder a todas las preguntas que les hagan los santos en cuanto a la verdad. La enseñanza de los ancianos debe lograr que los santos sean saturados de la palabra de la verdad.

Al describir los requisitos del que vigila, Tito 1:9-11 dice: “Retenedor de la palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza de los apóstoles, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que se oponen. Porque hay muchos hombres indomables, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca”. En los primeros días de la iglesia los ancianos tenían que saber cómo hacer frente primeramente a los judaizantes y luego a los gnósticos y a otros que estaban bajo la influencia de la filosofía griega. Debemos conocer la verdad a fin de tapar la boca de los engañadores. Tal vez no confrontemos a los opositores directamente, pero cuando la familia de un nuevo hermano o hermana escuche un informe falso de las iglesias locales, los ancianos deben ser aptos para enseñar a fin de poner al descubierto tales mentiras. Para ello se requiere cierta destreza. Por ejemplo, quizás lo mejor sea empezar preguntándole al nuevo hermano o hermana: “Según su experiencia y observación en la iglesia, ¿qué le diría usted a su familia?”. A la postre, las actividades de los opositores sólo nos beneficiarán. La meta del diablo es destruir lo que el Señor ama, pero la Biblia nos muestra que todo lo que el diablo haga, a la postre beneficiará al Señor. No debemos preocuparnos por los opositores, pero sí debemos aprender las verdades y cómo enseñarlas. La fortaleza del ancianato depende de la vida y la enseñanza.

(Principios básicos en cuanto al ancianato, capítulo 8, por Witness Lee)