LA ESFERA Y SERVICIO
DEL MINISTERIO Y LAS IGLESIAS
Los términos ministerio y obra en el Nuevo Testamento denotan cierta clase de servicio. La palabra griega traducida “ministerio” literalmente significa “servicio”. En el Nuevo Testamento el Señor levantó a los apóstoles de entre Sus creyentes y luego los comisionó con el ministerio. Los apóstoles salieron con el ministerio para levantar las iglesias locales. Por lo tanto, primero fue el ministerio con los apóstoles y colaboradores, y luego las iglesias.
Según Hechos y las Epístolas, el ministerio es regional. Cuando el Nuevo Testamento se escribió, había dos regiones del ministerio, o de la obra: Judea, la región judía, donde Pedro, Jacobo y Juan laboraron; y el mundo gentil, la región de los gentiles, donde laboraron el apóstol Pablo y sus colaboradores (Hch. 21:18-19; Ro. 15:16; Gá. 2:8-9). Las iglesias son locales. Cada iglesia pertenece a una localidad. Los apóstoles levantaron y establecieron las iglesias. Ellos nombraron ancianos para que llevaran la carga de las iglesias locales. Al igual que las iglesias que ellos mismos cuidan, los ancianos son locales, es decir, asumen la responsabilidad a nivel local. Los apóstoles, por su parte, son regionales, y asumen la responsabilidad del ministerio para fortalecer a todas las iglesias de una región determinada. Algunos apóstoles también pueden ser ancianos en una iglesia en el centro de su región, a fin de fortalecer el testimonio en esa iglesia. Por ejemplo, Pedro era un apóstol y también un anciano en Jerusalén. La iglesia en el centro de esa región no está por encima de las demás iglesias ni las controla, sino que sencillamente es el centro de la obra en esa región, así como lo eran Jerusalén y Antioquía en la época del Nuevo Testamento.
Debemos pedir al Señor en oración que fortalezca, multiplique y propague el ministerio a fin de que abarque todas las regiones. Allí se necesitan hermanos que sean capaces de ocuparse del ministerio en cada reunión, a fin de fortalecer a las iglesias que están allí. Asimismo debemos pedir que cada iglesia local tenga suficientes ancianos para encargarse de la edificación local. Si la condición del ministerio y las iglesias es normal, el Señor podrá tener un testimonio apropiado. En otras palabras, lo que se necesita para que haya un testimonio del Señor en la tierra recae sobre estas dos categorías de personas. En primer lugar, el Señor necesita más hermanos que sean útiles a fin de llevar a cabo el ministerio, al levantar, establecer y fortalecer las iglesias en cada región. En segundo lugar, el Señor necesita más ancianos que se ocupen de las iglesias locales, lo cual incluye el pastoreo y la enseñanza, con miras a la edificación de la iglesia en cada localidad. Si satisfacemos la necesidad de hermanos que lleven a cabo el ministerio en diferentes regiones y la necesidad de hermanos que asuman la responsabilidad de la edificación local, el Señor podrá avanzar.
(Principios básicos en cuanto al ancianato, capítulo 17, por Witness Lee)