Principios básicos en cuanto al ancianato, por Witness Lee

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LA NECESIDAD DE CONOCER EL RECOBRO DEL SEÑOR EN VIDA

Muchos obreros cristianos no han visto lo que es la vida; llevan a cabo su obra particular sin saber lo que es la vida. Cuando predican el evangelio, no hacen hincapié en la vida. Cuando enseñan la Biblia, únicamente enseñan doctrinas y no procuran ministrar vida a otros por medio de su enseñanza. En el pasado en China hubo un grupo editorial grande en el que participaban varias denominaciones para publicar literatura cristiana en el idioma chino. Entre los libros que publicaron, yo nunca llegué a leer ni a escuchar de ningún libro que ministrara vida a los lectores. En lugar de ello, únicamente transferían historias y doctrinas bíblicas, y aspectos de la cultura cristiana. Muy pocos cristianos que están en las denominaciones conocen la vida o la ministran. Cuando yo era joven, mi familia se reunía con los bautistas del Sur, los cuales son fundamentalistas y predican enseñanzas saludables, pero allí nunca llegué a escuchar nada relacionado con la vida. Todo lo que escuché fue hojarasca y paja, pero no estaba presente el grano, la vida. Aunque ellos usan la expresión vida, y citan versículos que hablan de la vida, tales como Juan 10:10 y 14:6, definen la vida simplemente como una bendición sempiterna. En todos los años que estuve entre ellos nunca llegué a oír que Cristo puede ser vida para nosotros en nuestra vida diaria, o que Cristo es el Espíritu vivificante.

A pesar de que en las iglesias locales hemos visto algo en cuanto a la vida, ha habido periodos en nuestra historia en los que nos hemos desviado de la vida. Al parecer nos olvidamos por un tiempo de lo que estábamos haciendo y nos desviamos de la meta. Incluso a veces lo que llamamos liberar el espíritu no ha estado en la línea de la vida, es decir, aquello no fue la verdadera liberación del espíritu. El verdadero contenido de algunas reuniones que aparentemente habían sido muy elevadas, en realidad no fue la vida, sino una especie de entretenimiento. Es posible desviarnos de la vida porque la vida es profunda, abstracta y misteriosa. Por esta razón, algunos se distraen de la vida por prestar atención a asuntos tales como hablar en lenguas, gritar de júbilo u otras actividades externas. Asimismo la elocuencia o el conocimiento bíblico pueden desviarnos de la línea de la vida. Podemos comparar estas actividades y capacidades naturales a las imágenes físicas de Jesús, respecto a las cuales algunos dicen que ayudan a las personas a recordar al verdadero Señor, cuando en realidad son ídolos engañosos. Las actividades y habilidades atractivas son ídolos a los ojos de Dios cuando las confundimos con la vida.

La vida es misteriosa y difícil de definir y presentar a los demás, pero nuestros ojos necesitan ser abiertos para ver que el recobro del Señor consiste en ser recobrados nuevamente a la vida. La degradación del cristianismo es una desviación de la vida. Incluso una desviación hacia las doctrinas en cuanto a la vida no deja de ser una desviación de la vida. En las denominaciones cristianas de hoy hay algunos mensajes en cuanto a la vida. Debido a que algunos cristianos se basan en la Palabra de Dios cuando hablan, el Espíritu puede operar en algunos de los oyentes, pero son muy pocos los oradores que tienen la intención de ministrar vida. Esto nos muestra que el cristianismo se ha desviado de la línea central de la vida. Es fácil que uno se sienta atraído hacia un poderoso evangelista, un maestro elocuente o alguien que hace milagros. Sin embargo, el carisma natural, el conocimiento, la elocuencia y los milagros no son la vida misma ni ministran vida.

En principio que la Biblia establece de la degradación del cristianismo, la cual empezó en las postrimerías del primer siglo, fue una desviación de la vida. El último ministerio en la Biblia es el ministerio remendador de Juan, el cual exclusivamente conduce a los creyentes de regreso a la vida. Sin embargo, muchos de los que leen el Evangelio de Juan, las epístolas de Juan y Apocalipsis no comprenden que el propósito de estos escritos es conducirnos de nuevo a la vida. La desviación del cristianismo consiste en haberse apartado de la vida, ha continuado desde los tiempos del Nuevo Testamento hasta el presente.

El hermano Watchman Nee fue el modelo de una persona que nunca se desvió de la vida a pesar de que habían muchas aparentes atracciones positivas. En China hubieron varios obreros cristianos contemporáneos con él, que aparentemente realizaban obras muy buenas y tenían muchos adeptos. Yo soy testigo de cómo el hermano Nee no fue conmovido en lo más mínimo para ir en pos de este éxito externo, sino que más bien permaneció firme en la vida y a favor de la vida. También vi cómo algunos obreros cristianos vinieron al camino del recobro del Señor pero no estuvieron mucho tiempo porque no estaban a favor de la vida, sino que más bien procuraban una obra, un movimiento o una carrera exitosa. Incluso muchos de los creyentes que permanecieron en las iglesias locales no conocieron la vida. Se quedaron porque a su parecer las iglesias locales eran el mejor lugar donde podían escuchar buenas doctrinas de la Biblia. Hace treinta años en la China continental, escuché a muchos hermanos decir esto. Asistían a las reuniones y eran cristianos verdaderos y morales a quienes sólo les interesaba las doctrinas apropiadas, pero carecían de la vida.

Por lo tanto, debemos preguntarnos qué estamos haciendo en las iglesias locales. ¿Estamos realizando una obra cristiana común? ¿Es nuestra meta simplemente tener las mejores doctrinas? Es preciso que veamos que el recobro del Señor tiene como propósito conducirnos de regreso a Dios mismo como nuestra vida. No me interesa otra cosa que no sea la vida. Llevo más de cincuenta años estudiando la Biblia cada día, pero no me interesa en absoluto el simple conocimiento bíblico, porque es como la paja. La vida es Dios mismo: el Dios que creó el universo, se encarnó, vivió en la tierra en la humanidad por treinta y tres años y medio, murió en la cruz, pasó por la muerte y el Hades, entró en la resurrección, ascendió a los cielos como hombre y llegó a ser el Espíritu vivificante para entrar en nosotros y ser nuestra vida. Por lo tanto, la vida implica muchísimos asuntos. Dios ordenó que Su pueblo escogido, llamado, salvo y regenerado viviera por esta vida: la vida que es el Dios procesado, quien es real, práctico, disponible e incluso quien es uno con nosotros.

No estoy orgulloso porque el Señor nos haya revelado estas cosas a nosotros. Más bien, mi corazón sufre al ver la lamentable condición de millones de cristianos hoy en día que no conocen la vida. Muchos incluso rechazan, menosprecian, critican el recobro y procuran hacerle daño. Si nuestra visión es clara, no seremos perturbados por tales personas, sino que nos compadeceremos de ellas porque no conocen la vida. Igualmente debemos compadecernos de aquellos que han salido de entre nosotros. Sin embargo, principalmente debemos examinar nuestra propia situación, si verdaderamente conocemos la vida. En el pasado muchos de los que estaban en las iglesias locales se desviaron de la vida. Incluso si verdaderamente nos interesa la vida y nada más, debemos tener cuidado de no dar a otros la impresión de que nos interesan más otras cosas, tales como el aumento numérico de creyentes en nuestras reuniones o el número de iglesias locales. La vida crece por sí sola; el crecimiento de vida no es nuestra obra. Creo que el Señor en Su soberanía permitió el reciente disturbio que hubo en las iglesias, para proveernos un trasfondo negro y negativo que nos ayude a ver lo que es la vida. De ahora en adelante, debemos tener una visión definida en cuanto a la vida.

Debemos pedirle al Señor que nos permita ver la vida. Aunque probablemente hayamos escuchado muchos mensajes en cuanto a la vida, es posible que nunca hayamos visto lo que es la vida. Como verdaderos creyentes que somos, poseemos la vida; pero si hemos visto qué es la vida de manera práctica, podremos discernir la vida y no seremos engañados si algunos intentan conducir a la iglesia en la dirección equivocada. Solamente por hablar, nadie puede darnos una visión ni puede hacer que veamos la vida. El hecho de que veamos la vida es algo que depende enteramente del Señor; sin embargo, es necesario que tengamos un corazón que busca al Señor. No debemos contentarnos con la situación del cristianismo ni con nuestra propia situación. Nuestro criterio, por el cual nos regimos, debe ser Dios mismo, quien es nuestra vida. Si conocemos a Dios en todos los asuntos desde la creación hasta nuestra glorificación, entonces sabremos lo que es la vida.

Si conocemos la vida, podremos discernir que lo que algunos llaman santidad y poder no es la vida. El hermano Nee me dijo que cuando era joven, a menudo iba a escuchar a predicadores famosos que venían de visita a las grandes ciudades de China para celebrar reuniones de avivamiento. Después de ello iba a ver a la señorita M. E. Barber, una hermana de avanzada edad, quien le brindó mucha ayuda espiritual, y entonces le contaba cuán bueno había sido el compartir. En varias ocasiones la señorita Barber incluso fue con él para escuchar a estos predicadores. El hermano Nee muchas veces quedaba impactado con el poder, elocuencia y conocimiento de los oradores. Sin embargo, la señorita Barber le mostraba a él que estas cosas no son vida, sino una capacidad natural humana. El hermano Nee finalmente recibió la ayuda que necesitaba para ver que cosas como la elocuencia, la capacidad y el carisma no son la vida. La señorita Barber podía discernir la vida porque ella conocía la vida. Del mismo modo, nosotros necesitamos una visión a fin de conocer la vida.

Los ancianos no deben tratar de aprender métodos para establecer, organizar y pastorear una iglesia local. Este tipo de cosas se enseñan en los seminarios bíblicos, pero nosotros no necesitamos aprender ninguna de estas técnicas; en vez de ello, necesitamos ver una visión de lo que es la vida. Conocer el recobro del Señor en vida es conocer a Dios como nuestra vida en nuestra experiencia. Debemos ser capaces de decirles a otros cómo hemos experimentado de manera definitiva al Señor como nuestra vida.

La vida no es los milagros. El Señor no se fió en los que creyeron debido a los milagros. Juan 2:23-24 dice: “Estando en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en Su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos”. Juan es un libro de vida. A todos los que les interesan los milagros no conocen la vida. Juan 2 concluye diciendo que el Señor no se fiaba de los que creyeron a causa de las señales milagrosas, y el capítulo 3 empieza con la expresión ahora bien, lo cual indica que el pasaje que sigue es diferente. El versículo 1 dice: “Ahora bien, había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos”. Nicodemo vino al Señor, no para ver milagros, sino buscando algo más profundo. Por esta razón, en el capítulo 3 el Señor abrió Su ser a este buscador para mostrarle lo que era la regeneración, un asunto completamente relacionado con la vida (vs. 3, 5). El Evangelio de Juan es el único Evangelio de la vida. Los milagros son lo que Dios puede hacer con Su poder, pero la vida es Dios mismo que entra en nosotros para que podamos vivirlo, experimentarlo, disfrutarlo y ser uno con Él.

Ver esta visión en cuanto a la vida nos hará personas diferentes. Eso es lo que necesitamos. En las pasadas tormentas que hubo entre nosotros muchos santos en las iglesias locales fueron engañados porque su visión en cuanto a la vida no era la adecuada. Si alguien no sabe lo que es el oro, puede ser engañado por alguien que trate de venderle un sustituto de menor valor. Si tenemos una visión apropiada y definida, una visión clara, en cuanto a la vida, nadie podrá engañarnos. Por esta razón, todos debemos hacer oraciones definitivas al Señor pidiéndole que nos muestre una clara visión en cuanto a la vida. Además de orar de esta manera, también debemos estudiar versículos y libros específicos de la Biblia. Leer ciertos libros del ministerio en cuanto a la vida también puede ayudarnos. Sin embargo, no basta simplemente con estudiar para ver lo que es la vida; debemos orar al respecto.

(Principios básicos en cuanto al ancianato, capítulo 11, por Witness Lee)