Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Un, por Witness Lee

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LA ECONOMÍA ETERNA DEL DIOS TRIUNO

En las epístolas de Pablo, y especialmente en Romanos, 1 y 2 Corintios y Efesios, vemos que antes de los siglos, es decir, en la eternidad pasada, Dios tuvo un deseo y un beneplácito. Su deseo y Su beneplácito llegaron a ser Su motivación, la cual lo llevó a tener un propósito, un plan y unos arreglos en la eternidad. Pablo llamó a todo esto —el propósito, el plan y los arreglos— la economía de Dios. La economía de Dios consiste en obtener un grupo de personas para forjarse a Sí mismo en ellas, a fin de ser la vida y el todo de ellas, y en mezclarse como una sola entidad con ellas en su vivir. De este modo, Él vive en ellas y ellas manifiestan la gloria de Dios en su vivir. Por medio de esto, Él es expresado.

Esta expresión es, por un lado, individual y, por otro, corporativa. En el sentido individual, nosotros los creyentes tenemos la vida de Dios para llevar el vivir glorioso de Dios, esto es, un vivir que manifiesta a Dios mismo. En el sentido corporativo, cuando los santos se reúnen, llevan una vida que glorifica a Dios, la cual es la vida de iglesia. La expresión corporativa es lo que Dios realmente desea obtener.

A fin de llevar a cabo esta economía, Dios tiene que ser triuno. Él no simplemente es Dios, sino que es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Llamamos a esto la Trinidad Divina. El Padre es la fuente; el Hijo es la expresión, que se manifiesta entre nosotros; y el Espíritu es la manera en que el Dios Triuno llega a nosotros y entra en nosotros. El Padre está en el Hijo, el Hijo llega a ser el Espíritu, y el Espíritu entra en nosotros para ser la realidad del Dios Triuno. Cuando el Espíritu viene, el Hijo viene y el Padre también viene. Por consiguiente, el Espíritu es la totalidad de la Trinidad Divina y también la consumación máxima de la Trinidad Divina. El Padre se expresa en el Hijo, el Hijo es hecho real como Espíritu, y el Espíritu es la realidad del Dios Triuno que viene a nosotros y entra en nosotros para ser nuestra vida. Él se mezcla con nosotros y participa del mismo vivir con nosotros.

(Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Un, capítulo 3, por Witness Lee)