Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Un, por Witness Lee

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LA IMPARTICIÓN DIVINA ES EL EVANGELIO

Hoy debemos predicar este evangelio a otros. No debemos predicar el evangelio superficial que predica el cristianismo. Ese evangelio les dice a las personas que han pecado y que tienen que sufrir el castigo de irse al infierno, pero que Dios ha tenido misericordia de ellos y les ha dado a Su Hijo amado para que muriera por ellos a fin de redimirlos y resucitar por ellos, y que en tanto que ellos se arrepientan y crean en Él, recibirán la vida eterna e irán al cielo. Les dice también que aunque el mundo está lleno de sufrimientos, ellos pueden confiar en Él, aprender a hacer el bien y glorificar a Dios. Aunque éste es el evangelio, es un evangelio inferior. El evangelio elevado que nosotros predicamos dice que la Palabra que era Dios en el principio se hizo carne, experimentó el vivir humano, fue crucificado, resucitó y llegó a ser el Espíritu vivificante para efectuar la gran obra de la impartición divina.

Hoy en día Jesús no sólo es nuestro Redentor y nuestro Salvador, sino que también es el Dios que se imparte en todos los que creen en Él. Cuando se imparte en nosotros, los creyentes, Él llega a ser nuestra gracia y nuestra realidad, a fin de que tengamos un contenido sustancioso y ya no estemos vacíos. Nuestras vidas hoy tienen un propósito y una meta. Puesto que Cristo efectuó esta impartición divina, llegó a ser el Espíritu vivificante y ahora está en todas partes, Él puede ahora entrar en los que invocan Su nombre en cualquier momento y en cualquier lugar. En cualquier momento, en cuanto una persona crea en Él e invoque Su nombre, Él entrará en ella y llegará a ser su vida y su todo.

Yo sé con certeza que soy salvo. También sé exactamente cuándo fui salvo. En abril de 1925 una joven vino de Shanghái a predicar el evangelio, y yo fui a escuchar por curiosidad. Cuando escuché la palabra, fui apresado por el Señor. No di un grito ni tampoco salté ni brinqué. Simplemente sentí que había sido apresado por el Señor. Le dije al Señor que no quería que Satanás me usurpara más; tampoco quería más el mundo. Después de la reunión, mientras iba camino a casa, y antes de llegar, alcé mi cabeza al cielo y dije: “Señor, de hoy en adelante, aunque me den todo el mundo, no lo aceptaré. Deseo ir y predicar a Jesús”. Después de uno o dos años, descubrí que había ocurrido un cambio en mí. Los entretenimientos mundanos que anteriormente había disfrutado ya no me ataban. Desde ese día, empecé a amar al Señor, a buscarle y a servirle. A lo largo de mi vida cristiana, muchas cosas me han confirmado que las experiencias espirituales son normales. Cuanto más normal sea la experiencia, más apropiada es. De hecho, es milagrosamente normal. La razón de ello es que el Dios Triuno se ha impartido en mí para ser mi vida.

(Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Un, capítulo 2, por Witness Lee)