LA META DE LA VIDA
El cristianismo recalca mucho el aspecto de la redención, pero pasa por alto la meta principal de la vida. En el cristianismo hemos escuchado muchos mensajes acerca de la redención, pero nunca hemos llegado a oír que Jesús como el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante a fin de impartirse a nosotros como vida. Nosotros teníamos el pecado, mas no la vida. Por esta razón, Jesús se hizo carne para quitar nuestro pecado, y luego llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de impartirnos Su vida.
En total, el Señor dio siete pasos en siete etapas. Estos pasos fueron: la encarnación, la crucifixión, la resurrección, la ascensión, el bautismo, el morar de Él en nosotros y Su advenimiento. La encarnación implica que Dios se mezcló con el hombre. La crucifixión implica que todo lo relacionado con la vieja creación fue aniquilado. La resurrección implica la germinación de una nueva vida con un nuevo comienzo en la nueva creación. La ascensión significa que Jesús como hombre fue investido para ejercer Su nuevo cargo como Rey de reyes y Señor de señores a fin de ser Cabeza sobre todas las cosas. Luego, el Día de Pentecostés y en la casa de Cornelio, Él llegó a ser el Bautizador para introducir en Sí mismo a todo Su pueblo. Después de esto, Él empezó a morar en todos Sus miembros a fin de llevar a cabo Su obra de transformación. Mediante esta obra de transformación nosotros alcanzaremos la madurez y entonces Él regresará. El advenimiento implicará la transfiguración de nuestro cuerpo físico. Cuando esto suceda, todos nosotros seremos completamente, íntegramente y totalmente iguales a Él, tanto interna como externamente. ¡Aleluya! Esto será la Nueva Jerusalén, la cual es la expresión consumada de todo lo que Dios ha venido realizando en estos siete pasos.
(Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, El, capítulo 3, por Witness Lee)