Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, El, por Witness Lee

LO QUE CUENTA NO ES NUESTRA PREDICACIÓN, SINO QUE SEAMOS LLENOS

Adondequiera que vayamos, debemos ser personas que están llenas del Espíritu Santo. Debemos ser personas que están en Jesús y personas en quienes Jesús vive. No se trata de lo que decimos; la elocuencia en la predicación del evangelio nunca ha salvado a nadie. No son nuestras palabras las que pueden impartir vida a otros, sino el derramamiento del Cristo que mora en nuestro ser. Debemos aprender a ser llenos de Jesús y a liberarlo desde nuestro espíritu. Jesús desea salvar a otros, no desde los cielos, sino por medio de nosotros. Nunca debemos retenerlo en nuestro interior, impidiéndole que fluya. Continuamente debemos aprender a liberarlo, abriendo nuestro ser a Él y confesando de una manera completa y detallada todos nuestros pecados. Entonces podremos invocarlo confiadamente para ser llenos de Él, y compartirlo con otros.

Realmente necesitamos tener fe en este asunto. No debemos abrigar la menor duda. Debemos estar plenamente seguros de que cuando abramos nuestro ser al Señor y le confesemos cabalmente nuestras faltas, aplicando Su preciosa sangre, ¡estaremos en Él y Él estará en nosotros! Debemos ejercitar nuestra fe y decir: “Amén, Señor Jesús, soy uno contigo, y Tú eres uno conmigo. ¡Aleluya!”. Ésta es la manera en que debemos ejercitar nuestra fe. No debemos esforzarnos por predicar el evangelio, sino que debemos ejercitar nuestra fe cada día para ser llenos de Cristo.

Cuando el apóstol Pablo estaba considerando ir a Asia desde Frigia, él iba allí por causa de Jesús. Él estuvo a punto de ir en cierta dirección, pero el Espíritu no se lo permitió. “Atravesaron la región de Frigia y de Galacia, habiéndoles prohibido el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió” (Hch. 16:6-7). Por un lado, leemos que el Espíritu Santo les prohibió, y por otro, que el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Esto nos muestra que en los primeros días los apóstoles y los discípulos propagaban el evangelio siendo uno con Jesús. Esto no era algo que ellos hacían por su propia cuenta ni conforme a su entendimiento de las cosas, sino según la dirección que les daba el Jesús que moraba en ellos. Ellos eran uno con el Dios Triuno, y este Dios Triuno en Hechos 16 es llamado tanto el Espíritu Santo como el Espíritu de Jesús. El Espíritu es la corporificación y la realidad del Dios Triuno, y este Dios Triuno vivía en Pablo. Pablo estaba completamente mezclado con el Dios Triuno. Es por ello que él predicaba el evangelio de una manera tan viviente. Adondequiera que iba, podemos estar seguros de que ésa era la decisión del Dios Triuno que moraba en él.

Cuánto quisiera que todos pudiéramos ser tan sencillos a fin de ser recobrados a la manera en que procedían los primeros discípulos. No debemos darle tanta importancia a la doctrina, a la predicación ni a la elocuencia. Lo único que debe importarnos es el fluir del Cristo que mora en nosotros. Debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu y a ejercitar nuestra fe. Entonces tendremos la certeza de que somos uno con Cristo y Él fluirá de nuestro espíritu.

(Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, El, capítulo 6, por Witness Lee)