UNA VIDA DE SUFRIMIENTOS
Todos hemos sido aniquilados en el Dios Triuno, y este Dios Triuno nos ha hecho germinar. Pero el problema es que nosotros volvemos a la vieja persona con el viejo modo de vivir. Por esta razón, necesitamos las tribulaciones. En un sentido, la vida cristiana es una vida de disfrute, pero en otro sentido es una vida de sufrimientos. He sido cristiano por cincuenta años, y no ha habido ni un solo año en que no haya sufrido. No esperaba sufrir, pero aun así los sufrimientos vinieron. En un sentido, éstos son enviados para hacernos daño, pues le ocasionan daño a nuestro hombre exterior. Pero, por otro lado, benefician nuestro hombre interior. Todas las circunstancias, situaciones, entornos, asuntos personales, relaciones familiares, negocios y la iglesia cooperan para bien, a fin de que seamos conformados a la imagen del Hijo de Dios (Ro. 8:28-29). Necesitamos que la presión de las tribulaciones nos saque de nuestra vieja naturaleza y nos introduzca en Su naturaleza.
Es por ello que Pablo nos da esta autobiografía. Él no comenzó este libro diciéndonos cómo el Señor tuvo tanta misericordia de él ni cómo todo era tan agradable y libre de complicaciones. Cuando alguien nos pregunta cómo estamos, por lo general respondemos: “Bien”. Pero eso es mentira. En realidad no estamos tan bien. Sin embargo, el apóstol fue honesto. Él no dijo que estaba bien. Él empezó su autobiografía contándonos de la tribulación que afrontaba. A fin de experimentar a Cristo como nuestra persona, necesitamos pasar por tribulaciones. De lo contrario, seremos cristianos “crudos”. Todas las cosas crudas deben cocinarse. Cocinar implica cierta clase de tribulación y sufrimiento para los alimentos que son cocinados. ¡Alabado sea el Señor, pues todos estamos siendo cocinados!
(Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, El, capítulo 9, por Witness Lee)