PRÁCTICA Y FE
Esto es sencillamente una cuestión de práctica y fe. Debemos poner en práctica el abrir nuestro ser a Él y tomar medidas en cuanto a toda nuestra pecaminosidad. Cualquier cosa que perturbe nuestra conciencia, debemos confesarla a Él. Esto es sencillamente hacer una confesión cabal y minuciosa. No es necesario que permanezcamos en una situación en la que nos sentimos condenados. Todo lo que debemos hacer es orar de esta manera: “Señor Jesús, perdóname en este asunto. Estoy equivocado y necesito la limpieza de Tu sangre”. ¡Aleluya por la sangre redentora y prevaleciente que nos limpia y nos libera! Bajo la sangre no hay condenación; somos liberados de toda clase de condenación. Luego podremos decir: “Oh, Señor Jesús, Tú eres mi vida, Tú eres mi persona. Ahora sé que estoy en Ti y que Tú estás en mí. ¡Aleluya! Ahora sé que Tú permaneces en mí”. Entonces estaremos llenos del Espíritu Santo.
No debemos estar tan confundidos y distraídos ni tampoco debemos complicarnos. Temo que incluso después de leer esto, algunos sigan pensando que es difícil ser llenos del Espíritu Santo, y que se requiere ayunar y orar mucho. Sin embargo, ser llenos del Espíritu Santo es un elemento que forma parte del evangelio, y el evangelio es absolutamente gratuito. En realidad esto no es difícil, ni tampoco necesitamos hacer tantas cosas. Lo que necesitamos hacer es abrir nuestro ser al Señor y confesar todo lo que nuestra conciencia condena. Después de esto, debemos aplicar la limpieza de la preciosa sangre. Entonces nuestra conciencia estará liberada, y no habrá ninguna ofensa. Tendremos una conciencia libre de ofensa. Además, podremos invocar al Señor con denuedo y el Señor nos llenará. Cuanto más lo invoquemos, más seremos llenos de Él. Seremos personas llenas del Espíritu Santo. En estas condiciones nos será muy fácil predicar el evangelio. No hablaremos a otros ejercitando nuestra mente para pensar en lo que debemos decir. Simplemente les predicaremos ejercitando nuestro espíritu para que el Cristo vivo fluya de nuestro interior.
(Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, El, capítulo 6, por Witness Lee)