Servicio neotestamentario, El, por Witness Lee

TODOS SOMOS ESTRELLAS RESPLANDECIENTES

El Señor le dijo a Abraham: “De cierto te bendeciré y multiplicaré grandemente tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar” (Gn. 22:17). Nosotros los cristianos, quienes somos los creyentes auténticos, somos los verdaderos hijos de Abraham. Somos las estrellas del cielo. Los judíos, los descendientes físicos, son como la arena que está a la orilla del mar. Todos debemos ser las estrellas. No sólo los que toman la delantera en las iglesias locales, sino que todos debemos ser estrellas. Si leemos nuevamente Apocalipsis 2 y 3 bajo esta luz, nos daremos cuenta de que al final, todos los que están en las iglesias locales deben ser las estrellas. Lo que el Señor les escribió a los siete mensajeros fue lo que le escribió a toda la iglesia. No es un asunto de enseñanza, conocimiento, título o posición; es un asunto relacionado con el resplandor. Es necesario ser las estrellas resplandecientes a fin de que las personas puedan encontrar a Cristo a través de nosotros. ¿Dónde está Cristo? Ven y ve. Simplemente sigue la estrella. Y ¿dónde está la estrella? Aleluya, la estrella está en las iglesias locales. Hermanos y hermanas, ¿realmente estamos resplandeciendo? Tenemos que brillar en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestros vecindarios, en las escuelas, en los campos universitarios. No necesitamos enseñar tanto y no necesitamos predicar tanto. Lo que necesitamos es resplandecer. Las iglesias locales deben estar llenas de estrellas resplandecientes.

Permítanme dar otro ejemplo y aplicar lo que hemos estado diciendo. Cuando usted está en la presencia de ciertos creyentes o incluso de uno de los grandes maestros, en algunos casos posiblemente siente que ellos carecen de claridad y transparencia. Quizás sienta que en ellos no hay abertura, no hay luz, y son opacos. Estas personas pueden conocer la Biblia, pero cuanto más hablan con usted, más se siente encarcelado. Sin embargo, en otros casos, quizás no tan frecuentemente, se acerca a un pequeño hermano, y cuando él le habla puede ser que sólo le diga: “¡Aleluya, alabado sea el Señor!”. No obstante, algo se introduce dentro de usted con estas pocas palabras. Cuanto más habla él, más siente usted que se ha despejado el cielo, y que algo está resplandeciendo. ¿Por qué? Porque este pequeño hermano es una estrella viva. No hay una etiqueta pegada a él que diga: “Soy una estrella celestial”, pero cuando se encuentra con él, simplemente siente de que algo está resplandeciendo.

Creo que muchos de ustedes han escuchado acerca de Watchman Nee. Cuando él era joven, recibió mucha ayuda de una hermana llamada la señorita M. E. Barber. Ella estaba totalmente entregada al Señor. El hermano Nee me contó varias veces: “Cuando fui a ver a la señorita Barber, muchas veces mientras esperaba en su sala, tenía el sentir de que estaba en la presencia del Señor”. ¿Qué es esto? Ésta es la estrella de la iglesia. Quizás cuando esté con alguien así, él no pueda decir mucho y no pueda responder a sus preguntas. Es posible que diga: “No tengo claridad”. Sin embargo, aunque diga que no tiene claridad, usted siente que está bajo el resplandor. No es cuestión de dar enseñanzas o instrucciones. Quizás sus palabras no sean claras, pero él mismo es transparente, y cuando usted está en su presencia, no sólo tiene el sentir de que él es transparente, sino que usted mismo ya tiene claridad.

Permítanme darles otro ejemplo. Supongamos que usted acuda a un hermano buscando asesoría y consejo acerca del matrimonio. Es posible que este hermano le hable acerca de varios asuntos relacionados con condiciones, requerimientos, consideraciones e instrucciones. Sin embargo, cuanto más habla, más siente usted que aunque sabe mucho, está opaco. Cuanto más habla él, más se encuentra usted en tinieblas. Otro hermano, sin embargo, le puede responder diciéndole que simplemente no sabe la respuesta, pero mientras él habla, usted tiene el sentir de que él tiene mucha claridad. No es algo que se exprese con palabras, pero mientras usted está con él, empieza a tener claridad y sabe qué hacer acerca de su matrimonio. Aunque este hermano no le dice nada, usted es iluminado. ¿Qué es esto? Ésta es la presencia de la estrella de la mañana en este hermano, que hace de él una estrella resplandeciente.

Espero que todos podamos ser tales estrellas. Aunque sepamos pocas enseñanzas, aunque no podamos darle muchas instrucciones a la gente; sin embargo, cuando vienen a nosotros, son iluminados. No hay necesidad de discutir con los demás, pues sabemos con toda seguridad que cuando discutamos, las personas se alejarán. La iluminación no depende de cuánto podamos decir o argumentar, sino de lo que somos.

¿Si usted es una estrella resplandeciente, quién puede escapar de su resplandor? Esto va más allá de las palabras y las explicaciones humanas; se trata de la presencia del Señor. Si estamos atentos a la palabra profética, tendremos la estrella naciendo dentro de nosotros. Entonces si somos fieles y seguimos a la estrella interior que se levanta, estaremos plenamente en el Espíritu y finalmente seremos las estrellas en las iglesias locales, no en el sentido objetivo, sino en un sentido muy subjetivo. Alabado sea el Señor porque por medio de Su gracia todos podemos ser estrellas.

Mateo 13:43 nos dice: “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”. Hoy, durante la noche, tenemos que ejercer la función de estrella; pero en la era venidera del reino, aquellos que resplandecen ahora como estrellas resplandecerán como el sol. Ahora somos las estrellas resplandecientes, pero en ese día seremos como el sol.

(Servicio neotestamentario, El, capítulo 6, por Witness Lee)