Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El, por Witness Lee

Más extractos de este título...

APRENDER A ALIMENTAR A LOS RECIEN NACIDOS

Cuando yo era joven, se me dijo que ningún poder humano podía salvar a una persona y que teníamos que ayunar y orar para recibir el poder de lo alto. En mi pueblo natal había una denominación pentecostal que se reunía no muy lejos de nuestro salón de reunión. Ellos clamaban continuamente por el bautismo en el Espíritu Santo, y después decían que lo habían recibido. No obstante, durante muchos años vimos muy pocas personas salvas por conducto de ellos; sin embargo, en nuestro salón de reunión eran añadidas personas nuevas casi diariamente. Además de esto, estudiamos el fruto de los nuevos. Los nuevos salvos en aquella denominación pentecostal no tenían un andar diario que glorificara al Padre. Pero en nuestro medio, un buen número, inmediatamente después de ser salvos, eran traídos a un ambiente de edificación de la iglesia. Debido a esto podían tener una vida apropiada. El principio es éste: En la edad neotestamentaria Dios no hará nada directamente por Sí mismo, especialmente en lo tocante al asunto del evangelio. Dios tiene que guardar el principio de encarnación. Dios está listo a salvar a las personas, pero vosotros tal vez no lo estemos; quizá no hemos sido entrenados.

Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, El tuvo consigo a Pedro, a Juan, a Jacobo y a los otros discípulos por tres años y medio. Los cuatro Evangelios no nos dicen en detalle lo que el Señor hizo en Pedro durante tres años y medio, pero no creo que Pedro estaba meramente viajando con el Señor. Ciertamente Pedro recibió mucho entrenamiento bajo el cuidado del Señor. En Juan 15:16, el Señor le encargó a Pedro, y también a todos nosotros, que llevara fruto: “No me elegisteis vosotros a mi, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”. El Señor nos puso para tres cosas: para que vayamos, para que llevemos fruto y para que nuestro fruto permanezca. Anteriormente tal vez hayamos ido y llevado fruto, pero no mucho fruto ha permanecido.

Todos nosotros debemos ir, llevar fruto, y nuestro fruto debe permanecer. ¿Cómo podemos preservar nuestro fruto para que permanezca? La respuesta se encuentra en Juan 21:15: “Apacienta mis corderos”. Si amamos al Señor, tenemos el encargo de alimentar Sus corderos. Toda madre normal sabe cómo alimentar a su recién nacido. El Señor le encargó a Pedro que alimentara los corderos. Más adelante, en el capítulo dos de su primera Epístola, Pedro escribió a todos los nuevos: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada” (v. 2). Los recién nacidos no pueden alimentarse solos; necesitan una madre que los nutra. Nosotros tenemos que ser aquellos que nutren. Podemos llevar fruto y hacer que nuestro fruto permanezca, por medio de aprender a alimentar.

Anteriormente quizá hayamos bautizado a muchos, pero pocos de ellos permanecieron. Esto se debe a que, aunque llevamos fruto, no alimentamos ese fruto. Es fácil conseguir que alguien sea salvo, pero conservarlo, traerlo al Cuerpo de Cristo para que pueda participar de la economía de Dios para el recobro del Señor, es difícil ya que no sabemos cómo practicar esto de alimentar. Si vamos a tener hijos, debemos estar preparados para alimentarlos por muchos años. Aun tres años de alimentar puede no ser suficiente para asegurarnos de que un nuevo va a permanecer. No espere que el Señor le dé una carga particular para cuidar a ciertos nuevos. Eso es ser demasiado espiritual. Es posible que el Señor nunca le dé ese tipo de carga. ¿Qué hará entonces? Cuando una madre da a luz un niño, no recibe una carga particular de parte del Señor para alimentar a su pequeño, no obstante, es forzada a hacerlo por muchos años. Desgraciadamente, muy pocos entre nosotros están dispuestos a laborar en esta forma, a pagar semejante precio. De entre tantos bautizados, no queda casi nadie debido a que pocos han estado alimentando los corderos.

Es mucho más fácil tocar puertas para traer gente al Señor y bautizarla que alimentarla en las reuniones de hogar. En nuestra experiencia quizá sepamos cómo visitar a la gente para predicarle el evangelio, pero cuando vamos a tener una reunión de hogar con los recién bautizados, es posible que no sepamos qué hacer. Es difícil llevar a cabo una reunión de hogar exitosa. También me es difícil, enseñar este tipo de práctica. Tenemos que invertir mucho tiempo en aprender la manera de tener reuniones de hogar.

Todos ustedes deben aprender el secreto de ser alimentadores adecuados. Cuando ustedes salgan para tener reuniones de hogar, deben tratar a los nuevos como a niños. Entonces deben aprender a hablarles a estos niños. Si un nuevo les hace una pregunta de ciencias, ustedes deben hablarle como lo harían a un niño. Si usted habla en una manera natural, diciendo: “Amigo, lo siento, yo no tengo idea en cuanto a esa materia”, le está hablando como a un adulto, no como a un niño. Ustedes tienen que entender que, aun si él es un profesor, en términos espirituales es un niño. Por lo tanto, ustedes no deben tratarlo como a un profesor, sino como a un niño en Cristo. Esto no es fácil de aprender. En su actitud, en su tono, en todo aspecto, usted debe portarse como uno que está hablando a un niño.

Algunas veces un nuevo no está dispuesto a estar abierto con usted; no está dispuesto a decir nada. El lo recibe a usted en su casa y se queda sentado con usted hasta que usted diga algo, pero él mismo no dice nada. ¿Qué debe hacer usted en ese caso? Una vez más, debe tratar de hablarle como a un niño. Podría decirle: “¿Quiere que cantemos una canción?” De seguro, él estará muy de acuerdo con esto. Usted puede decirle: “¿Hay alguna canción que quiere que cantemos?” El tal vez tenga una. Esto es un comienzo, esto es hablarle como a un niño. Nunca olviden que este nuevo es un niño espiritual. Según Pedro, los recién nacidos necesitan la leche, sin embargo, ellos no saben cómo ingerir líquidos. La manera de ayudarle a un niño que no sabe beber, es alimentarlo. Cuando usted vaya a tener una reunión de hogar con estos niños, usted debe tener la actitud apropiada. Debe tener la actitud de que viene a “jugar” con estos pequeños. Usted debe aprender esto. Podría incluso cantar una sencilla canción de niños con ellos. Usted debe aprender que no importa la edad ni la posición económica o social de un nuevo, él es un niño.

(Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El, capítulo 19, por Witness Lee)