Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El, por Witness Lee

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ENTENDER NUESTRA SOLEMNE RESPONSABILIDAD DE IR Y LLEVAR FRUTO

Para llevar fruto debemos primero tener en claro que si hemos sido salvos por el Señor, también hemos sido comisionados por El. En la Biblia esto es un asunto serio. Nuestro Señor es también nuestro Amo. Un día el Amo vendrá y establecerá un tribunal, y nos llamará a venir a El para ser juzgados (Ro. 14:10; 2 Co. 5:10). En Mateo 25:14-30, nosotros somos Sus esclavos, y El es el Amo. El ha dado a cada uno de nosotros ciertos talentos como capital con el cual negociar para El, y El requiere que produzcamos ganancia. El siervo negligente vino a su señor y le dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo” (vs. 24-25). El no perdió nada de lo que le pertenecía a su señor, y aún así, fue reprendido. Su señor le dijo: “Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses” (vs. 26-27).

Esta parábola en Mateo 25 se aplica a cada uno de nosotros. Nosotros fuimos redimidos; fuimos “comprados por precio”. En consecuencia, somos Sus esclavos y El es nuestro Amo (1 Co. 7:22-23). La primera cosa que el Amo quiere que nosotros, Sus esclavos, hagamos es que invirtamos el talento o capital que El nos ha dado, es decir, que negociemos para El. La ganancia de hacer negocios para el Señor es el fruto. Nosotros no sólo somos esclavos, también somos pámpanos, ministros y sacerdotes. Como esclavos, tenemos que usar lo que el Señor nos ha dado para negociar para El; como pámpanos de la vid, tenemos que llevar fruto; como ministros de Cristo, tenemos que ministrar a Cristo impartiéndolo en otros; y como sacerdotes neotestamentarios del evangelio de Dios, tenemos que ocuparnos diariamente del evangelio. Todos debemos darnos cuenta de nuestra solemne responsabilidad delante del Señor de ser fieles en cada uno de estos aspectos.

A la gente mundana hoy en día le parece que el Señor está en silencio. Ellos han oído de Cristo; han oído de Jesús; pero eso les trae sin cuidado. Dicen: ¿Dónde está Cristo? ¿Dónde está Jesús? Ustedes predican y hablan de El. Pero, ¿dónde está El?” Quizá los incrédulos hablen en estos términos, y es posible que muchos creyentes tengan sentimientos similares. Interiormente, ellos quizá digan: “Cristo dijo que El vendría pronto, pero ya han pasado casi dos mil años y todavía no está aquí.” Debido a semejante pensamiento, la mayoría de los cristianos hoy día llevan vidas mediocres. Al hacer esto, desobedecen o desatienden el mandato del Señor de salir a salvar a los pecadores.

A muchos cristianos les encanta Juan 15 porque este capítulo enseña cómo permanecer en la vid, cómo disfrutar las riquezas de Cristo. Sin embargo, en el versículo 16 el Señor dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”. El Señor no nos escogió sin un propósito. Nos escogió con el propósito de designarnos. El nos ha puesto para tres cosas: primero, debemos ir; segundo, debemos llevar fruto; y tercero, nuestro fruto debe permanecer. En este asunto no tenemos opción; el Señor requiere que aceptemos la designación.

No importa cuánto hayamos hablado de esto, hay algunos que piensan: “¡Eso está muy bien! No hay nada malo en predicar el evangelio. Si el Señor ha puesto en ese hermano la carga, ese hermano debe ir. Pero yo no tengo la carga de ir. Con seguridad si el Señor quisiera que yo fuera, El me pondría la carga”. Tal vez no digamos eso, pero es posiblemente lo que hay en nuestro corazón. Un día cuando estemos frente al tribunal de Cristo, tendremos que dar cuenta de lo que hayamos hecho. Si no hemos sido fieles, tendremos que decirle al Señor por qué no llevamos fruto, y el Señor nos reprenderá. Posiblemente nos recuerde este mensaje acerca de Juan 15:16 y nos pregunte por qué no tomamos la comisión de llevar fruto.

Puede ser que algunos digan que están muy ocupados y que no tienen tiempo. Esto no es cierto. Si nuestra casa se estuviera quemando, nosotros no diríamos: “Estoy muy ocupado. No tengo tiempo de ocuparme del incendio”. Tenemos tiempo para lo que a nuestro juicio es más importante. Sin embargo, por encima del hecho de que tengamos tiempo o no, sea a tiempo o fuera de tiempo, no tenemos opción. No nos toca a nosotros decidir. El es el Señor, y nos ha ordenado, y aún lo sigue haciendo, que vayamos y llevemos fruto. El no nos pasará ésta. Esto es muy serio. Si no llevamos fruto, seremos cortados del disfrute de las riquezas de la vid (Jn. 15:2a, 6).

(Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El, capítulo 5, por Witness Lee)