HABLAR ACERCA DEL PECADO
Después de que hablemos con ellos acerca de Dios, muchas personas necesitan saber que son pecadores verdaderos. Esto es conforme a la secuencia de Pablo en el libro de Romanos. Primero nos habla acerca de Dios; luego nos habla del pecado. Este es un buen orden, pero no debemos seguirlo de modo legalista. Debemos seguirlo de manera viviente, de manera flexible. Primero debemos ayudar a alguien a conocer a Dios y luego a conocerse a sí mismo. Debemos ayudarlo a saber que él es un pecador, que incluso es el pecado mismo.
Hablar acerca del pecado no es muy fácil. Usted no debe decir: “Dios es bueno; Dios es justo. Pero usted no es bueno; usted no es justo”. Esta forma de hablar es pobre. Al hablar del pecado, usted debe comenzar su plática usando el pronombre “nosotros”. Debe decir: “Dios es muy bueno, pero nosotros somos pecadores”. Luego, la segunda vez usted puede decir: “Dios es justo, pero yo y usted no somos justos”, mencionándose a sí mismo primero. La tercera vez, quizás usted cambie un poco más, diciendo: “usted y yo no somos justos”. Ahora usted ha llegado suavemente al hecho. Sin embargo, abordar bruscamente el tema dañaría su plática y dañaría su propósito. Si usted le dice: “Usted es pecador”, esto tal vez cierre la puerta. Después de que usted se vaya, él haría a un lado la Biblia y diría a su esposa: “Este predicador miserable. Imagínate que me llamó pecador”.
Podemos usar ejemplos que muestren que somos pecadores. Sin embargo, no debemos preguntar a la gente: “¿Ha usted robado algo a la gente alguna vez? ¿No ha usted mentido a la gente?” Cuando demos ejemplos, debemos usarnos a nosotros mismos, diciendo: “Yo puedo testificar que cuando era joven robé mucho. Robé tiza de la escuela. Muchas veces robé dinero de la bolsa de mi madre”. Cuando estamos hablando de nosotros mismos, en realidad significa que estamos hablando del nuevo creyente. Sin duda, todos han robado algo. Cuando decimos que nosotros hemos robado, esto quiere decir que todos roban. Nuestro hablar tocará la conciencia de todos. Muchas veces cuando hablamos así, hacemos que el que nos está oyendo diga: “Debo decirle la verdad. He robado mucho. Hasta le he robado a mi esposa”. El nos confesaría sus pecados. Esto es muy bueno. Luego tal vez le digamos: “Es bueno que nos diga que le ha robado a su esposa”. Llevar a alguien a tal punto es como el trabajo de un cirujano. En este momento podemos hacer mucho.
Aprender a hablar a la gente acerca del pecado no es muy fácil. Debemos aprender a siempre usarnos a nosotros mismos como ejemplo. Después de esto tal vez digamos: “También yo debo decirle la verdad. Yo soy una persona mala. Tengo un mal genio. Yo amo mucho a mi madre, pero después de sólo cinco minutos me he enojado con ella. ¿Qué le parece? ¿No es esto un pecado? En la Biblia Dios nos encarga que honremos a nuestros padres, pero frecuentemente ni siquiera he honrado a mi madre”. Si damos ejemplos tales como éstos, tocaremos su conciencia.
Cada vez que hablemos con la gente acerca del pecado, la mejor conclusión es tener una oración de confesión. No obstante, no debemos decir a las personas que oren y que confiesen sus pecados al Señor. No es necesario instruirlos para que confiesen sus pecados. Sencillamente debemos comenzar a decir: “Señor, perdóname. Soy pecador. He robado mucho y he dicho muchas mentiras”. Sencillamente debemos ser los primeros en confesar nuestros pecados. Espontáneamente aprenderán de nosotros, y después de que oremos, ellos continuarán, diciendo: “Oh Dios, yo también soy pecador”. Ellos nos seguirán. Esta es la mejor manera de hablar con la gente acerca del pecado. Después de tal oración, debemos hablarles acerca del perdón de Dios. No obstante, no podemos tratar este tema en la misma plática. Al final de nuestra plática, debemos ayudar un poco a esta persona para que sepa que nuestros pecados han sido perdonados. En otra ocasión, cuando la situación sea propicia, podremos hablarle en detalle acerca del perdón.
(
Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El, capítulo 13, por Witness Lee)