LA DIFICULTAD DE DAR FRUTO QUE PERMANEZCA
En el versículo 16 el Señor dijo: “No me elegisteis vosotros a mi, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidierais al Padre en mi nombre, él os lo dé”. Este versículo habla completamente del asunto de dar fruto. Para dar fruto, primero debemos ser elegidos y luego ser designados. Después debemos ir, llevar fruto y nuestro fruto debe permanecer. Necesitamos considerar cómo llevar a cabo estas tres cosas: ir, llevar fruto y asegurarnos de que nuestro fruto permanezca.
En estos días, estamos saliendo para visitar a la gente con el propósito de llevarlos a Cristo y bautizarlos. Luego tenemos la intención de alimentarlos, tener reuniones de hogar con ellos, tener reuniones de grupo pequeño con ellos e introducirlos en la vida de la iglesia. Solamente bautizar a la gente no es muy difícil, pero alimentarlos, nutrirlos y cuidarlos con ternura no es tan fácil. Traerlos a las reuniones de grupo pequeño es difícil, e introducirlos en la vida de la iglesia como fruto que permanece es más difícil aún. Las personas que tienen árboles frutales saben que cuando la fruta se madura y se pone dulce, puede ser que las aves vengan. Las aves no vienen para comer la fruta nueva, sino para comer la fruta madura. Mientras estamos trabajando, las “aves” malignas están esperando. Esto corresponde con la palabra del Señor en Mateo 13. La primera tierra que sembró era la tierra “junto al camino”, pero debido a que la tierra junto al camino se había endurecido, las semillas no pudieron penetrarla, “y vinieron las aves y la comieron” (v. 4). Tenemos que hacer algo para asegurarnos de que nuestro fruto permanezca. Es posible que nuestro fruto esté bien, pero si somos descuidados, el próximo día tal vez sea dañado por el diablo. Hay muchas cosas que debemos hacer para ganar y preservar nuestro fruto. No es tan sencillo como tal vez pensemos. Puede ser que visitar a la gente para predicarles el evangelio parezca fácil, pero en realidad no lo es. Si fuera fácil, los cristianos ya lo hubiera estado practicando por siglos.
(
Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El, capítulo 11, por Witness Lee)