Autoridad y la sumisión, La, por Watchman Nee

DAVID SUBE AL TRONO SIN TENER QUE RECURRIR A LA REBELION

Durante el establecimiento del reino de Israel, Dios oficialmente estableció Su autoridad sobre la tierra. Cuando los israelitas entraron en Canaán, le pidieron a Dios que les diera un rey; por tanto Dios envió a Samuel a ungir a Saúl como su primer rey (1 S. 10:1). Dios escogió a Saúl y lo constituyó como autoridad, es decir, como autoridad delegada. Pero cuando éste llegó a ser rey, no se sometió a la autoridad de Dios. Saúl violó la autoridad de Dios y se rehusó a matar al rey de Amalec y preservó lo mejor de su ganado, rebelándose contra Dios y desobedeciendo Sus palabras. Debido a esto, Dios lo desechó y ungió a David por rey (1 S. 15—16). Sin embargo, David seguía bajo la autoridad de Saúl y era uno de sus súbditos; más aún, era un soldado de su ejército e incluso llegó a ser su yerno. Estos dos hombres habían sido ungidos por Dios, pero Saúl procuraba matar a David. Había dos reyes en Israel. Uno había sido desechado pero todavía estaba en el trono, y el otro había sido escogido pero no reinaba todavía. En esos momentos David se encontraba en una situación muy difícil.

En 1 de Samuel 24 Saúl perseguía a David en el desierto de En-gadi. Saúl entró en una cueva para hacer sus necesidades, pero David y sus hombres estaban en los rincones de la cueva. Los soldados de David le sugirieron que diera muerte a Saúl, pero David rechazó la propuesta. No se atrevió a rebelarse contra la autoridad (vs. 1-7). David había sido ungido por Dios. En cuanto a subir al trono, David se mantuvo en la posición adecuada y actuó conforme a la voluntad y el plan de Dios. ¿Quién se habría podido oponer a que fuera rey? ¿Qué habría de malo en que David hiciera algo para hacerse rey? ¿No era bueno que ayudara a Dios a realizar Su voluntad? Pero David percibía en lo profundo de su ser que él no podía hacer esto. Si hubiera matado a Saúl, habría actuado sobre el principio de la rebelión contra la autoridad de Dios, debido a que la unción de Dios todavía reposaba sobre Saúl. Aunque Saúl fue rechazado, seguía siendo el ungido de Dios. Si David hubiera dado muerte a Saúl, podría haberse hecho rey inmediatamente, y la voluntad de Dios no se habría atrasado. Pero David era un hombre que se negaba a su yo. El prefería que su reinado se pospusiera y que el plan de Dios se retrasara que convertirse en un rebelde. Como resultado, llegó a ser la autoridad de Dios.

Anteriormente Dios había puesto a Saúl como rey, y David estaba bajo su autoridad. Si David hubiera matado a Saúl, habría obtenido el reinado a costa de la rebelión, y habría caído en la esfera de la rebelión; pero David no se atrevió a hacer esto. Este es el mismo principio por el que Miguel no se atrevió a proferir juicio de maldición contra Satanás (Jud. 9). La autoridad es un asunto muy delicado.

(Autoridad y la sumisión, La, capítulo 4, por Watchman Nee)