Autoridad y la sumisión, La, por Watchman Nee

LA MURMURACION DE AARON Y DE MARIA

Murmurar contra la autoridad delegada trae la ira de Dios

Aarón y María eran los hermanos mayores de Moisés. En la familia, Moisés estaba bajo la autoridad de Aarón y de María. Pero en el llamado y en la obra de Dios, éstos estaban bajo la autoridad de aquél. Ellos no estaban de acuerdo con que Moisés se casara con una mujer cusita o etíope y, a raíz de eso, murmuraron contra Moisés, diciendo: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” (Nm. 12:2). Los cusitas o etíopes eran un pueblo africano; eran descendientes de Cam, y no estaba bien que Moisés se casara con una mujer de ese linaje. María era mayor que Moisés; estaba bien que ella corrigiera a su hermano basada en su relación familiar. Pero al hablar, ella tocó la obra de Dios y menospreció la posición de Moisés. En la obra Dios había puesto a Moisés como autoridad delegada. Fue un gran error que María y Aarón hablaran en contra de Moisés por motivos familiares.

Dios escogió a Moisés para que sacara de Egipto a los israelitas. Pero María menospreció a Moisés. Por lo tanto, Dios no se agradó de esto. Está bien que quisiera reprender a su hermano, pero no que hablara contra la autoridad de Dios. Ni Aarón ni María conocían la autoridad de Dios. Ellos desarrollaron un corazón rebelde al mantener una relación natural. Moisés no respondió nada, ya que sabía que si él era la autoridad delegada de Dios, no había necesidad alguna de defenderse. Cualquiera que hablara contra él, tocaría la muerte; así que no necesitó decir palabra. Mientras Dios le hubiera delegado Su autoridad, él no tenía que hablar. Un león no necesita protección porque es la autoridad. Moisés primero se sometió a la autoridad de Dios, y entonces pudo representar a Dios como autoridad. El era más manso que todos los hombres que había sobre la tierra (v. 3). La autoridad que Moisés representaba era la autoridad de Dios. Todas las autoridades son delegadas por Dios y nadie puede quitarlas.

Las palabras de rebelión subieron y fueron oídas por Dios (v. 2b). Cuando Aarón y María ofendieron a Moisés, ellos ofendieron a Dios, quien estaba en Moisés. Por eso, Dios se airó contra ellos. Cuando el hombre toca la autoridad delegada, toca a Dios en esa persona, y cuando ofende la autoridad delegada, ofende a Dios mismo.

(Autoridad y la sumisión, La, capítulo 3, por Watchman Nee)