LA BASE DE LA AUTORIDAD DE DIOS
ES LA RESURRECCION
Dios les ordenó a los doce líderes que tomaran sus varas, una por cada tribu de Israel, y las pusieran delante del arca del tabernáculo de reunión. Luego añadió: “Y florecerá la vara del varón que yo escoja” (v. 5). Una vara es un pedazo de madera; es una rama a la que se le arrancaron las hojas y se le cortó la raíz. Estuvo viva, pero ahora está muerta. Antes recibía la savia del árbol y florecía y llevaba fruto, pero ahora está muerta. Las doce varas carecían de hojas y de raíz, y estaban secas y muertas. La vara que floreciera sería la que Dios había escogido. Vemos con esto que la resurrección es la base de la elección que Dios hace, y también la base de la autoridad.
El capítulo dieciséis habla de la rebelión del hombre contra la autoridad delegada por Dios y de la manera en que el hombre se opone a dicha autoridad. El capítulo diecisiete muestra que Dios respalda Su autoridad delegada. La base sobre la cual Dios vindica Su autoridad es la resurrección. Por medio de ésta Dios detuvo la murmuración del hombre. Es obvio que el hombre no tiene derecho a cuestionar a Dios, pero Dios fue condescendiente y le dijo cuál era la razón y la base de Su autoridad delegada. La base de dicha autoridad es la resurrección. Esto silenció a los israelitas.
Tanto Aarón como los israelitas eran descendientes de Adán y eran carnales. Debido a su naturaleza y a su carácter natural tanto el uno como los otros eran hijos de ira; por lo cual no había diferencia entre ellos. Las doce varas eran iguales; ninguna de ellas tenía hojas ni raíz; todas estaban muertas y secas. Esto nos muestra que la base del servicio no puede ser nuestra vida natural; lo que nos da la autoridad es la vida de resurrección que recibimos de Dios. La autoridad no está relacionada con el hombre sino con la resurrección que se manifiesta por medio de éste. Aarón no era diferente a las demás personas, excepto que Dios lo había escogido y le había dado la vida de resurrección. Vemos, por consiguiente, que la base de la autoridad es la resurrección.
(Autoridad y la sumisión, La, capítulo 15, por Watchman Nee)