Autoridad y la sumisión, La, por Watchman Nee

LA REBELION DE CORE Y SU SEQUITO JUNTO CON DATAN Y ABIRAM

Una rebelión colectiva

En Números 16 se habla del séquito de Coré, quien pertenecía a la tribu de Leví, y de Datán y Abiram, quienes eran de la tribu de Rubén. Los levitas representaban la tribu de los espirituales, y Datán y Abiram representaban a los líderes. A ellos se unieron doscientos cincuenta hombres de renombre. Todos estos príncipes se reunieron para rebelarse contra Moisés y a Aarón, y atacaron diciendo: “¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos ... ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?” (v. 3). Ellos no respetaron a Moisés ni a Aarón. Tal vez dijeron estas palabras con toda sinceridad. Al reprender a Moisés, no mencionaron nada de su relación con Dios ni de lo ordenado por Dios. Cuando Moisés escuchó acusaciones tan graves, no se enojó ni se molestó. En vez de esto, se postró delante de Jehová y no trató de defenderse; tampoco trató de ejercer la autoridad porque ésta era de Dios. El les dijo a Coré y a todo su séquito que esperaran hasta la mañana. En la mañana Jehová mostraría quién era suyo y quién era santo. El respondió a un espíritu de rebelión con un espíritu de sumisión.

Las palabras de Coré y su séquito estaban basadas exclusivamente en razonamientos; no eran más que suposiciones. Pero Moisés dijo que el Señor aclararía todas las cosas. Todo el asunto se basaba en la elección y el mandato de Dios; por eso el problema no era de Moisés, sino de Jehová. Ellos pensaron que se oponían solamente a Moisés y Aarón, y no se percataron de que se estaban oponiendo a Dios. Ellos no tenían la intención de rebelarse contra Dios; al contrario, deseaban continuar sirviéndolo. Solamente menospreciaron a Moisés y a Aarón. Pero Dios no está separado de la autoridad que El delega. Uno no puede tomar una actitud hacia Dios y otra hacia Moisés y Aarón. Nadie puede rechazar la autoridad delegada y al mismo tiempo aceptar a Dios. Si ellos se hubieran sometido a Dios, se habrían sometido a la autoridad de Moisés y Aarón. Pero Moisés no reaccionó porque la autoridad de Dios estaba sobre él. El se humilló a sí mismo bajo la autoridad de Dios. De una manera gentil les dijo: “Tomaos incensarios ... y poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a quien Jehová escogiere, aquel será el santo” (vs. 6-7). Moisés era un hombre de edad. El sabía las consecuencias de aquel acto, así que suspiró diciendo: “Esto os baste ... ¿os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel acercándoos a él? ... Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra Jehová” (vs. 7, 9, 11).

En ese momento Datán y Abiram no estaban presentes. Más tarde Moisés envió hombres para mandar a llamarlos. Pero ellos se rehusaron diciendo: “Tampoco nos has metido tú en tierra que fluya leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos de estos hombres? No subiremos” (v. 14). Esta actitud demuestra claramente que estaban en rebelión. Ellos no creyeron en la promesa de Dios, y su atención estaba puesta en la bendición terrenal. Ellos se olvidaron de su propio error, pues fueron ellos los que se rehusaron a entrar en Canaán. Así que, se rebelaron contra Moisés con palabras hostiles.

(Autoridad y la sumisión, La, capítulo 3, por Watchman Nee)