LA SEÑAL DEL MINISTERIO: LA RESURRECCION
La vara significa la posición humana, mientras que el florecimiento denota la vida de resurrección. En cuanto a posición, los doce líderes de las doce tribus estaban en el liderazgo. Aarón era el representante de la tribu de Leví, la cual no era diferente a las demás, Aarón no podía servir a Dios basado en su posición, porque su posición era igual a la de los demás. De hecho, ésa fue la razón por la cual las otras tribus se opusieron a su liderazgo. ¿Pero qué hizo Dios? El ordenó que se pusieran doce varas delante del arca en el tabernáculo de reunión, toda una noche. La vara de aquel a quien Dios escogiera, reverdecería, lo cual se refiere a la resurrección. La resurrección es la única señal que Dios reconoce. El sólo reconoce como siervos Suyos a aquellos que han pasado por la muerte y la resurrección. Por lo tanto, la señal del ministerio es la resurrección. El hombre no puede basar su servicio a Dios en su propia posición, sino en la elección de Dios. Después de que Dios permitió que la vara de Aarón reverdeciera, floreciera y llevara fruto, las tribus lo vieron y no tuvieron nada que decir.
La autoridad no es algo por lo cual uno puede pelear, ya que es establecida por Dios. No tiene nada que ver con nuestra posición como líderes. La autoridad que uno tenga depende de si ha pasado por la muerte y la resurrección. No hay nada en nosotros mismos que nos establezca como autoridad espiritual. Todo depende de la gracia, la elección y la resurrección. Para uno caer en el orgullo tiene que degradarse y sumirse en profundas tinieblas y ceguera. Si depende de nosotros mismos, ninguna vara florecerá, ni aun si tuviera años para hacerlo. Lo difícil hoy es encontrar una persona que se postre y reconozca que es igual a los demás.
Cuando Aarón vio que su vara había reverdecido, debió ser el primero en sorprenderse, y debió postrarse con lágrimas en adoración al Señor. Esta tal vez fue su oración: “¿Por qué floreció mi vara? ¿No es mi vara igual a las demás? ¿Por qué me has otorgado tal gloria y poder? Mi vara jamás habría florecido sola”. Lo que es de la carne siempre será carne. Aarón era igual al resto del pueblo de Dios. Después de esta experiencia, otros podrían engañarse pero Aarón no. El comprendió que toda autoridad espiritual proviene de Dios. Hoy debemos darnos cuenta de que no hay motivo alguno de jactancia. Tenemos misericordia porque a Dios le plugo darnos Su misericordia. No somos competentes en nosotros mismos para emprender este ministerio, sino que nuestra competencia viene de Dios (2 Co. 3:5). Es extraño que un hombre afirme que vive delante del Señor y no sea humilde. ¡Qué osadía y necedad tan extrema habría tenido el pollino si hubiera pensado que, al entrar Jesús en Jerusalén sobre él, las alabanzas eran dirigidas hacia él! Vendrá el día cuando veremos cuán vergonzoso es esto. Aun si anhelamos esta gloria, debemos tener presente que nuestra gloria está en el futuro y no en el presente.
Todos los hermanos y hermanas jóvenes deben aprender a ser humildes. Recordemos que no podemos seguir adelante. No pensemos que por haber aprendido algunas lecciones espirituales, somos diferentes a los demás. Todo depende de la gracia de Dios y todo proviene de Dios. No podemos hacer nada por nuestra cuenta. Aarón sabía que Dios hizo que su vara reverdeciera; pues tal obra sólo pudo efectuarla un poder sobrenatural. Debido a esto Dios habló a los israelitas y también habló a Aarón. De ahí en adelante, Aarón supo que su servicio se cimentaba en que la vara había reverdecido y no en él mismo. Si queremos servir a Dios hoy, debemos darnos cuenta de que nuestro servicio está basado en la resurrección, la cual se basa en Dios, y no en nosotros.
(Autoridad y la sumisión, La, capítulo 15, por Watchman Nee)