Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticos, por Witness Lee

EL ESPÍRITU Y LA PALABRA EN TÉRMINOS DE LA EXPERIENCIA

Efectivamente el Espíritu está en nosotros. No obstante, si no tenemos la revelación que nos da la Palabra, la cual nos permite captarlo, no podremos experimentar el hecho de que Él mora en nosotros. Nosotros, como hermanos que llevamos la delantera, debemos experimentar a lo sumo al Espíritu interior, al Espíritu que mora en nosotros. Nosotros somos demasiado descuidados, demasiado indiferentes. Cada día me doy cuenta de que tengo que confesarle al Señor que no he aplicado al Espíritu lo suficiente, que no he andado en el Espíritu como debiera. Dios como el Espíritu está aquí en nosotros en este mismo momento, pero nosotros no lo experimentamos. Es por ello que cuando ministramos, no tenemos las riquezas; las riquezas son simplemente la experiencia que tenemos del Espíritu abundante.

Debemos también profundizar en la Palabra a lo sumo. Debido a nuestro pasado en el cristianismo, hemos entendido la Biblia de un modo muy superficial. Es posible que amemos la Biblia y la estudiemos, pero no tengamos el hábito, el deseo ni la aspiración de sumergirnos en sus profundidades. Debemos vencer nuestra superficialidad al estudiar la Palabra. Les exhorto que dediquen tiempo a estudiar cómo el Señor explicó la Biblia en los cuatro Evangelios. Examinen la manera en que lo hacía: Él siempre era profundo. El apóstol Pablo era igual: la manera en que explica Éxodo y Levítico en Hebreos es muy profunda.

Les exhorto a que experimenten al Espíritu a lo sumo y que se sumerjan completamente en las profundidades de la Palabra. Entonces ciertamente tendrán las riquezas para ministrarlas a los santos, y poseeremos, como dice Pablo, el pleno conocimiento de la verdad.

(Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticos, capítulo 9, por Witness Lee)