LA PÉRDIDA DEL FERVOR
Mientras las cosas están calmadas, corremos el peligro de perder el testimonio. Incluso nuestra propia historia en los pasados años nos ha mostrado esto. Algunos se marcharon —se apartaron o tropezaron—, pero los que permanecieron poco a poco se volvieron indiferentes.
Tenemos el mismo problema en el Lejano Oriente. La obra, el testimonio, empezó en la China continental con mucho fervor. Asimismo se propagó con el mismo fervor. Pero hoy en día, según mi observación de la situación en el Lejano Oriente, parece que el fervor ha disminuido. Como les dije a los hermanos allí, esto me preocupa mucho.
Las iglesias del recobro del Señor en los Estados Unidos, aunque son mucho más jóvenes, también corren este mismo peligro. Con respecto a las iglesias nuevas el problema no es tan grave, pero con respecto a las iglesias establecidas, el peligro ciertamente está presente.
Esta tibieza sin duda alguna resultará en vaciedad. Cuando usamos la palabra vaciedad, nos referimos a una carencia en cuanto a nuestra experiencia de Cristo. Una vez que carecemos de Cristo, estamos carentes del Espíritu y de la vida. De hecho, estos tres son uno, sin embargo, tenemos que referirnos a tres asuntos. Sin el Espíritu, no tenemos la debida experiencia de Cristo; y si no tenemos la debida experiencia de Cristo, no tenemos mucha vida.
Siento mucha carga con respecto a la condición actual del recobro del Señor en la tierra. Según mi observación, pareciera que no muchas iglesias aún conservan este fervor. Cuando algunos de ustedes hermanos vinieron al recobro, vinieron con un celo que quemaba. Ahora, aunque su conocimiento ha aumentado y poseen más experiencia que la que tenían en el pasado, su fervor ha mermado y ya no es como cuando ustedes recién llegaron.
(Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticos, capítulo 5, por Witness Lee)