SACRIFICARSE
PARA PONER EN PRIMER LUGAR SU IGLESIA
Nuevamente les digo que seguir este camino de preocuparnos por la iglesia implica que tenemos que sacrificar muchas cosas. Usted no puede pensar en usted mismo. Recientemente he pasado muchísimas horas entre las piedras del molino. Mi esposa habló conmigo después de algunas de estas conversaciones que muelen. Ella me recordó que ya no estoy tan joven. Yo le dije que ciertamente me doy cuenta de ello, pero he ofrecido toda mi vida para el recobro. Si hay un problema que sé que no ha sido resuelto, aunque me acueste en mi cama, no encuentro descanso. Esto es más perjudicial para mi salud que pasar horas y horas hablando con las personas involucradas tratando de ayudarlos a resolver el problema. Sin embargo, poder brindar esta ayuda es un gozo para mí. Yo preferiría sacrificar mi vida con tal de conservar el recobro del Señor. Éste es mi destino. No piensen que yo no sé cuidar de mi salud. Si yo no tuviera nada que hacer para el Señor y me hubiera jubilado, ciertamente cuidaría de mi salud. Pero las iglesias en todo el mundo, sobre todo las iglesias en el Lejano Oriente, son mis hijos, aun más preciosos que mis propios hijos. ¿Cómo podría yo quedarme acostado en cama, mientras ellos se ahogan en el fondo del océano? Así que, tengo que olvidarme de mi salud.
Hermanos, no los aliento a que sacrifiquen su salud, su vida, pero al cuidar de la vida de iglesia no pongan primero sus propios intereses. Dejen de lado sus propios intereses. Hay un lema que dice: “La seguridad es primero”. Yo digo: “La iglesia es primero”. Y su iglesia local, en la cual ustedes son ancianos, es primero; no su trabajo ni su familia. No estoy diciendo que no deban cuidar de su familia; lo que quiero decir es que la iglesia debe ser primero. De lo contrario, hermanos, tendré que predecirles que ninguna iglesia entre nosotros podrá ser edificada. Estoy seguro de que esta profecía se cumplirá, a menos que ustedes hermanos que son ancianos se vendan a sí mismos no a la iglesia, sino a la iglesia donde ustedes sirven. Siempre consideren que su iglesia es primero; si lo hacen, no tendré que sentarme aquí para hablar con ustedes. Ustedes sabrán cómo aprender, y podrán averiguar lo que se necesita. De lo contrario, sólo podremos ser la mejor parte del cristianismo, mas no tendremos el verdadero testimonio del carril central del ministerio neotestamentario del Señor.
Oren al respecto. Y les suplico que oren por mí. A medida que se han presentado los problemas, por la misericordia del Señor y gracias a la ayuda de los hermanos, he podido llevar la carga y los asuntos han sido resueltos. Sin embargo, me doy cuenta, viendo las cosas desde otro ángulo, que esto ha sido el ataque del enemigo, para mantenerme ocupado con una cosa tras otra durante el mes pasado. He perdido el tiempo cuando habría podido estar trabajando en las notas, y en cierta medida me he agotado físicamente. Así que oren por mí. Oren también por ustedes mismos, y oren por la iglesia que está a su cuidado.
(Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticos, capítulo 3, por Witness Lee)